Tribuna:SAN FERMINES 2000

El mar, la mar, toujours recommencée

Caían capuchinos de punta. El vecino de mesa oteó el horizonte y, dirigiéndose a la parroquia, sentenció: "Me parece que la meteorología nos va a arruinar las fiestas". Servidor, sin levantar la vista del periódico, se dirigió al cuello de su camisa y le confesó: "Para mí que la meteorología, en tanto que ciencia aplicada al estudio de la atmósfera y los meteoros, no va a poder con nosotros, y el tiempo tormentoso tampoco". Luego, subiendo la voz, añadí: "Cuatro gotas, amigo. Resistiremos". Dichas tan heroicas palabras, plegué el periódico y me dediqué a estrechar relaciones diplomáticas con e...

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Caían capuchinos de punta. El vecino de mesa oteó el horizonte y, dirigiéndose a la parroquia, sentenció: "Me parece que la meteorología nos va a arruinar las fiestas". Servidor, sin levantar la vista del periódico, se dirigió al cuello de su camisa y le confesó: "Para mí que la meteorología, en tanto que ciencia aplicada al estudio de la atmósfera y los meteoros, no va a poder con nosotros, y el tiempo tormentoso tampoco". Luego, subiendo la voz, añadí: "Cuatro gotas, amigo. Resistiremos". Dichas tan heroicas palabras, plegué el periódico y me dediqué a estrechar relaciones diplomáticas con el derrotista del vecino.No eran cuatro gotas: era el mar, la mar. Pero ¿qué son los sanfermines sino nuestras salidas al mar? Así que aquellos turbios nubarrones que amenazaban con pasarnos por agua las fiestas debían ser tomados por una mera redundancia: llover sobre mojado. Resistiremos, amigo, como es costumbre de la casa. No lejos de allí, en la llamada Casa Grande, 24 horas antes, el presidente del Gobierno autóctono había estrechado relaciones diplomáticas con Aquitania, la vecina del nordeste (ustedes, los del noroeste, aguarden un momentito). Resistente hasta el heroísmo, el presidente había vuelto a plantear la imperiosa necesidad de una autopista transpirenaica que nos lleve al mar.

Las autoridades aquitanas, magníficas conocedoras de los sanfermines, han venido enviando una elegante colección de notas diplomáticas en la que nos comunican que encuentran redundante una autopista del mar al mar, además con ese precio, ese impacto y tan pocos visos de rentabilidad. La diplomacia parisién se ha pronunciado en el mismo sentido y Europa comunica que el transporte de la zona ha de ser orientado en el futuro por vías férreas y marítimas (sin cumpldos diplomáticos: por los puntos del noroeste que son Irún y Bilbao). Pese al chaparrón de cumplidos diplomáticos, el presidente ni se arredra ni se rinde. Todo por no molestarles a ustedes, los del noroeste. ¿No íbamos a resistir nosotros cuatro gotas caídas en el mar?

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