Reportaje:

Imágenes a ciegas

"La fotografía se alimenta de luz, pero todo el proceso que genera la imagen sucede en la oscuridad. Una dualidad que está continuamente presente y que tiene un resultado único: un objeto, una imagen". Son palabras de Carlos Canal, fotógrafo, médico y director del taller de fotografía Visiones en la oscuridad. El texto de Canal resume el planteamiento de una semana de trabajo que, organizada con el apoyo del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo y la Universidad Internacional de Andalucía, ha invitado a los alumnos participantes a hacer un viaje personal a través de una curiosa técnica: ...

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"La fotografía se alimenta de luz, pero todo el proceso que genera la imagen sucede en la oscuridad. Una dualidad que está continuamente presente y que tiene un resultado único: un objeto, una imagen". Son palabras de Carlos Canal, fotógrafo, médico y director del taller de fotografía Visiones en la oscuridad. El texto de Canal resume el planteamiento de una semana de trabajo que, organizada con el apoyo del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo y la Universidad Internacional de Andalucía, ha invitado a los alumnos participantes a hacer un viaje personal a través de una curiosa técnica: Realizar la mitad de las fotografías con la vista y la otra mitad, usando los cuatro sentidos restantes y con los ojos tapados.

El viaje, desarrollado entre el 26 y el 30 de junio, tuvo tres etapas. La luz, el cuerpo y el agua sirvieron a Canal de hilo conductor en su trabajo con los aprendices de fotógrafo. En cada parada, un carrete por alumno. 36 fotos a repartir entre lo que ven con sus ojos y lo que creen ver con tacto, olfato, oído, gusto, "o con el sexto sentido", como apunta Andrea Romana, de 18 años, una de las asistentes al taller. El objetivo era "desarrollar la visión profunda de los alumnos y utilizar la fotografía como fuente de conocimiento interior".

El resultado de esos días de aprendizaje se expone ahora en el propio centro, en el Monasterio de La Cartuja, en Sevilla, hasta el 16 de julio. Para Canal, todo el trabajo, incluida la exposición, es una gran metáfora. "El diálogo entre luz y oscuridad nos habla de la paradoja de la vida, que nos conduce a la muerte", dice el fotógrafo en el texto en que presenta la obra expuesta.

Una temática, la de la permanente y estrecha relación entre la vida y la muerte, que no es extraña para Canal. A diario, en su puesto como médico en el Hospital Carlos Haya de Málaga, trata a enfermos de leucemia. Sabe de qué habla.

La exposición tiene tres paradas. La primera sala invita a ver la luz, en forma de velas, como representación de lo divino, origen de la vida. La segunda recoge fotografías de los cuerpos de los participantes, que son expresión de lo externo, lo perecedero y mortal, desechable desde un punto de vista espiritual. La tercera, dedicada al agua, utiliza el estanque del monasterio como metáfora del corazón que, mediante sus acequias, lleva la vida a los surcos de la huerta.

En el taller se han empleado técnicas básicas, al alcance de cualquiera. Se tomaron 1.200 imágenes, de las que 800 han sido montadas sobre cartón pluma y utilizadas en la exposición que "sólo pretende mostrar el trabajo realizado para nuestra reflexión propia, para comprobar nuestros límites y los de la fotografía".

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Los participantes coinciden en que, tras el taller, han encontrado esos límites y, algunos, los han superado. "Vivimos en una sociedad demasiado visual, tenemos los demás sentidos atrofiados", dice Javier Pérez.

Su compañero Luis Raya añade: "Hemos roto barreras personales. Nos hemos conocido mejor a nosotros mismos, nuestros miedos. Ha sido una liberación". Todo un viaje interior, en tres etapas, y a ciegas.

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