Tres tabacaleras admiten que mintieron al negar que fumar causa cáncer

La demanda de medio millón de fumadores sienta en el banquillo a la industria de EE UU

Por primera vez en la historia, tres presidentes de las principales tabacaleras de EE UU han admitido que el tabaco causa cáncer y es adictivo, y que ellos mismos mintieron cuando lo negaron anteriormente. La sala que se ocupa del caso en el Tribunal de Miami se ha convertido en una procesión de penitentes que imploran piedad, con la esperanza de que sus empresas no vayan a la quiebra si son condenadas a pagar una indemnización multimillonaria a los más de medio millón de fumadores enfermos de Florida. La batalla del tabaco se libra ya en el banquillo judicial.

El presidente de la tabac...

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Por primera vez en la historia, tres presidentes de las principales tabacaleras de EE UU han admitido que el tabaco causa cáncer y es adictivo, y que ellos mismos mintieron cuando lo negaron anteriormente. La sala que se ocupa del caso en el Tribunal de Miami se ha convertido en una procesión de penitentes que imploran piedad, con la esperanza de que sus empresas no vayan a la quiebra si son condenadas a pagar una indemnización multimillonaria a los más de medio millón de fumadores enfermos de Florida. La batalla del tabaco se libra ya en el banquillo judicial.

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El presidente de la tabacalera Liggett Group, Bennett S. Lebow - conocido como el rebelde de la industria- no sólo pidio disculpas el pasado jueves ante el tribunal, sino que acabó aliándose con los demandantes y conminó al resto de las compañías a iniciar una reforma. "Desafortunadamente no les puedo devolver la salud ni la vida de sus seres queridos, pero prometo seguir luchando a su lado para ganar la guerra del tabaco", dijo. El abogado defensor de los fumadores, Stanley Rosemblatt, preguntó a Nicholas Brookes, presidente de Brown & Williamson Tobacco Corporation: "¿Es el tabaco la causa de varias enfermedades?". A lo que Brookes respondió: "Sí, fumar provoca cáncer de pulmón y otras enfermedades". "¿Es adictivo?", inquirió entonces el letrado. "Sí", afirmó Brookes.

Luego, mirando de frente a Frances Herroin, que estaba conectada a un respirador artificial y sentada en la primera fila en su silla de ruedas junto a otros enfermos, Brookes dijo, admitiendo los perjuicios que causa el tabaco: "Tengo un sincero arrepentimiento, porque muchas de las cosas que estamos haciendo ahora las deberíamos haber hecho mucho antes".

Herroin le miró fijamente sin responder. Tiene enfisema pulmonar y cáncer en el cerebro, dos enfermedades que padecen la mayoría de los ciudadanos que han presentado la demanda colectiva, primera entablada por los propios fumadores en EE UU.

Procesos individuales

La industria ha maniobrado legalmente para tratar de que el juicio se enfocara con arreglo a una división en demandas individuales (lo que hubiera obligado a celebrar medio millón de juicios por separado), pero el Tribunal Supremo de Florida desestimó su petición.

Ahora, el juicio está llegando a su fin y el veredicto se encuentra en manos del mismo jurado que hace un año declaró culpables a las tabacaleras por "conspirar para ocultar los peligros de fumar y manipular los niveles de nicotina para crear adicción".

Tanto el abogado Rosemblatt como las organizaciones antitabaco discuten la sinceridad de los mea culpa de Lebow, Brookes y de Michael Szymanczyk, presidente de Philip Morris, y los califican como una estrategia de "victimización" orquestada por sus defensores para intentar paliar los perjuicios económicos.

Las tabacaleras afrontan una potencial indemnización de más de 300.000 millones de dólares (52 billones de pesetas). También están en juego los propios y exorbitantes salarios de los ejecutivos. Brookes, por ejemplo, gana anualmente 1,5 millones de dólares (más de 260 millones de pesetas).

"Ahora quieren que el país crea que son buenos chicos que se han arrepentido y han aprendido la lección. Pero incluso si eso fuera cierto no les exime de tener que pagar por lo que han hecho durante años", dijo Rosemblatt durante la presentación de los argumentos ante el juez que preside el caso, Robert Kaye, a quien la industria trató de recusar porque dejó de fumar hace 30 años y ahora padece enfisema.

Szymanczyk ha testificado que Philip Morris se ha reformado y, por ejemplo, ha suspendido la campaña de publicidad en las revistas dirigidas a los jóvenes. "Como los cigarros se van a seguir vendiendo (porque no tenemos intenciones de cerrar el negocio y éste es un país democrático con libertad para decidir lo que cada uno quiera hacer con su vida), desde mi punto de vista lo más responsable es tratar de reducir el daño", declaró Szymanczyk.

Philip Morris es fabricante, entre otras marcas, de Marlboro, y vende más de 4.000 millones de cigarrillos al año. Conjuntamente con las otras tabaqueras acusadas -R. J. Reynolds Tobacco Co., Tobacco Corp., Lorillard Tobacco Co., Liggett Group Inc., Brown & Williamson, The Council for Tobacco Research y The Tobacco Institute- tiene que abonar este año 10.000 millones de dólares (1,8 billones de pesetas) como parte del acuerdo judicial de hace tres años, que los obligó a indemnizar con 246.000 millones de dólares (más de 44 billones de pesetas) a los Estados norteamericanos por los gastos en los que habían incurrido al tratar médicamente a los enfermos.

Al empezar esta segunda fase del juicio, los seis miembros del jurado también les sentenciaron a pagar 12,7 millones de dólares (2,3 billones de pesetas) en compensación a los tres enfermos que encabezan la demanda colectiva. En las próximas semanas decidirán la suma para el resto de más de medio millón de demandantes.

El único de los ejecutivos tabacaleros que se ha mostrado desafiante ha sido el presidente de R. J. Reynolds Tobacco, Andrew Schindler. Fumador desde hace 26 años, sólo ha reconocido que el tabaco es "un factor de riesgo", y ha insistido en que es posible dejarlo, negando indirectamente la adicción. En declaraciones juradas ante la justicia y el Congreso, Schindler había dicho en 1994 y 1997 que el "tabaco no era más adictivo que las zanahorias"; pero esta semana, cuando el defensor de los fumadores, Rosemblatt, le preguntó si aún seguía pensando lo mismo, se limitó a decir que "no establecía un paralelo".

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