De sudario de inmigrantes a cuna de abadejos

Una barca de madera se puede convertir en sudario de una veintena de personas en pos del paraíso europeo o cuna para alevines de abadejo. Desde ayer 18 pateras lastradas con hormigón forman en la bahía de Ceuta un arrecife artificial de unos 300 metros cuadrados que, según los biólogos que han promovido el hundimiento de las embarcaciones decomisadas por la Guardia Civil, servirá para regenerar a medio plazo el ecosistema en aguas del Estrecho. Y de paso que se ayuda a criar especies para pesca de fondo como el mero, el salmonete y el abadejo, cuyo número había descendido de manera alarmante d...

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Una barca de madera se puede convertir en sudario de una veintena de personas en pos del paraíso europeo o cuna para alevines de abadejo. Desde ayer 18 pateras lastradas con hormigón forman en la bahía de Ceuta un arrecife artificial de unos 300 metros cuadrados que, según los biólogos que han promovido el hundimiento de las embarcaciones decomisadas por la Guardia Civil, servirá para regenerar a medio plazo el ecosistema en aguas del Estrecho. Y de paso que se ayuda a criar especies para pesca de fondo como el mero, el salmonete y el abadejo, cuyo número había descendido de manera alarmante debido a la pesca intensiva, y algunos crustáceos como mejillones y langostas, la delegación del Gobierno en la ciudad norteafricana se va quitando algún problema de encima. Los almacenes portuarios guardan unas 300 pateras, algunas con la madera podrida hasta deshacerse, interceptadas desde hace años por las autoridades. "Tenemos un grave problema con las naves que decomisamos porque no tenemos sitio para guardarlas, nos cuesta trabajo conservarlas y muchos hombres en vigilancia", justificó el delegado del Gobierno en Ceuta, Luis Vicente Moro.

Humo frente a Marruecos

Hasta hace un mes estas barcas eran inmoladas en la última playa de Ceuta, en la frontera con Marruecos, en un acto cuya evidente carga simbólica nadie niega. Pese a que la idea es crear más arrecifes y dar utilidad a todas las pateras, hay tantas almacenadas que algunas no escaparán del fuego.

Así que ayer el remolcador de Tarifa Tráfico Punta Mayor, el mismo que patrulla la zona cuando alguna patera naufraga cargada de inmigrantes, embarcó en el muelle de la Puntilla las primeras 18 para sumergirlas frente a los acantilados del monte Hacho, el vigía del Estrecho, a unos 300 metros de la costa y a 18 brazas de profundidad (30 metros). La operación de las pateras ecológicas requirió la ayuda de submarinistas profesionales y de la Guardia Civil que esperaban en el agua a que el remolcador soltase por la borda cada barca para intentar apilarlas estratégicamente en el fondo marino. No fue fácil porque el viento de Poniente se oponía a los esfuerzos por dirigir el rumbo submarino de las barcas.

Uno de los biólogos que ha impulsado la iniciativa, Óscar Ocaña, explica que no se trata "de un experimento" sino de "un proyecto avalado con un estudio científico muy cuidadoso". Se ha elegido para dar una utilidad social a las pateras intervenidas por la Guardia Civil la reserva marina del Desnarigado, porque "el hábitat de los alrededores tiene que ser excepcional para que el arrecife tenga éxito y pueda ser colonizado por las especies del entorno", según destaca Ocaña.

El entierro marino de pateras se copiará en otras zonas de España cuyas costas ven también cómo zozobran atiborrados de hombres y mujeres esos "malditos artilugios de navegación", en palabras de Moro, quien ayer informó de la detención de 60 inmigrantes sin papeles en dos días, 25 de ellos hacinados en 10 metros cuadrados a la espera del salto a la Península.

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