Entrevista:JESÚS GIMÉNEZPRESIDENTE DE INICIATIVA GITANA

"Para resolver un conflicto siempre hay que pagar un precio"

Jesús Gimenez nació en Palencia hace 50 años, pero desde que llegó a Bilbao con apenas 10 años, este gitano de ojos claros, ha hecho del País Vasco su tierra. Con la cautela de un artificiero, Giménez ha ido desactivando los conflictos que en la última década ha enfrentado en el País Vasco a gentes de etnia gitana con payos: tráfico de drogas, poblados derribados, riñas de vecindad y, el último, el problema del colegio de Barakaldo que se negaba a aceptar la escolarización de tres niños gitanos. Allí ha estado Giménez. Tras 30 años de mediación a su espalda, asegura que "para resolver un confl...

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Jesús Gimenez nació en Palencia hace 50 años, pero desde que llegó a Bilbao con apenas 10 años, este gitano de ojos claros, ha hecho del País Vasco su tierra. Con la cautela de un artificiero, Giménez ha ido desactivando los conflictos que en la última década ha enfrentado en el País Vasco a gentes de etnia gitana con payos: tráfico de drogas, poblados derribados, riñas de vecindad y, el último, el problema del colegio de Barakaldo que se negaba a aceptar la escolarización de tres niños gitanos. Allí ha estado Giménez. Tras 30 años de mediación a su espalda, asegura que "para resolver un conflicto siempre hay que pagar un precio".Pregunta. ¿Cómo están los tres niños después de 10 días en el centro?

Respuesta. Después de vivir una situación tan tensa y conflictiva, aunque todavía queden cosas por arreglar, ya están en situación de normalidad. Al principio estaban asustandos, pero cómo no iban a estarlo si yo mismo estaba asustadísimo. Cuando les llevaba en el coche iban contentos, hablaban de sus cosas de niños, pero en cuando llegábamos a la puerta de la escuela, agachaban la cabeza. Al entrar, se resguardaban en mi persona, me apretaban fuerte de la mano y ya dentro parecían relajarse, como diciendo "ya estamos a salvo". Entonces, les preguntaba si estaban bien y les explicaba que aquello no era contra ellos.

P. Los padres de estos niños gitanos tienen prohibido llevar a sus hijos al colegio. Usted se comprometió, como mediador, para evitar más conflictos.

R. Ya no he existe ese compromiso porque el acuerdo era para que los padres del centro no hiciera lo que han hecho; era una vía de solución. Pero han roto el pacto con su actitud de boicot y de rechazo; yo no lo he hecho.

P. Así que, ¿los padres de los niños gitanos llevarán pronto a sus hijos a clase?

R. Como es normal, dentro de muy poquito tiempo los padres les llevarán. No se puede privar a unos padres de eso.

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P. Y, los padres gitanos ¿qué dicen? ¿Se sienten discriminados?

R. Están muy dolidos por la situación que han vivido sus hijos y por la que han vivido ellos. Se les ha calumniado diciendo que son conflictivos y gente peligrosa, de mal vivir. Aquí se ha condenado sin juzgar a nadie y eso es muy peligroso.

P. Precisamente, el conflicto estalló porque la asociación de padres insistía en esa presunta peligrosidad que pondría en riesgo la convivencia.

R. Aunque los padres fueran conflictivos, que, repito, no lo son, a los niños no se les puede prohibir el acceso a un centro educativo. Aunque los padres sean criminales de guerra, no se puede pagar el pato con los niños. ¿Cuántos payos asesinan a su esposa, a su hijos? ¿Se prohibe por esos a sus niños que vayan a un centro educativo? Al contrario. Hay que darles todo el apoyo.

P. ¿Cree usted que habría sucedido esto si los niños no fueran gitanos?

R. No, no y no. De todas formas, nunca jamás llamaré a nadie, aunque lo sea, racista, intolerante o xenófobo. Los hechos ya dan testimonio. Pero es verdad que en España hay las tres cosas.

P. La realidad es que la convivencia entre payos y gitanos puede ser complicada. ¿Qué solución ve para preservar la identidad gitana pero con integración?

R. Lo estamos intentando, pero siempre pagamos nosotros los platos rotos. Yo reconozco que estamos atrasados, pero, por ejemplo a la mujer paya, hasta hace poco, no se le reconocían sus valores, y, sin embargo, esto está cambiando. Eso es lo que está pasando en nuestra comunidad gitana. En un estudio que yo hice con gitanos de distintas edades, los más ancianos me comentaban que no podían entrar a ningún pueblo; en cuanto lo hacían, les cogía la Guardia Civil, les apaleaba y detenía. Durante muchos años no nos han dejado integrarnos. Ese es el retraso que llevamos. Según nos abren las puertas, nos vamos integrando.

P. ¿Quieren integrarse los gitanos?

R. Estamos integrados, lo que ocurre es que por desgracia, y no me gusta hablar en estos téminos, es que hay diferencia de clase y también la sufrimos los gitanos. Existe la pobreza, que trae miseria, y tanto afecta al payo como al gitano. No todos los payos son científicos ni ricos. Si tienes dinero, no eres conflictivo; un gitano rico nunca tiene problemas para ser aceptado. Todos los bancos van detrás de él.

P. Usted ya medió hace unos 10 años cuando estalló un conflicto social porque familias de gitanos traficaban con drogas y ETA llegó a matar a un miembro de una familia. Hasta el patriarca le escuchó. Y así en numerosas ocasiones y por diferentes motivos. ¿Cómo consigue la conciliación incluso cuando la fuerza no ha servido y siendo usted de alguna forma parte implicada por ser gitano?

R. Yo llevo 30 años trabajando en la mediación. Creo que me respetan los gitanos y los payos. Nunca intento fastidiar, sino buscar vías de solución. Jamás tomo posición. Las dificultades son mayores cuando los grupos en conflicto no poseen suficiente fuerza representativa. Si yo no tengo fuerza en la comunidad gitana, tengo que dimitir; eso es lo que tendrían que hacer algunos políticos. Y, si se me permite decirlo, para resolver un conflicto siempre hay que pagar un precio. Y en el tema vasco es igual. El Gobierno español tendría que sentarse y mediar; y si se paga un precio para que no haya más muertos, se paga.

P. ¿Se podía haber evitado el conflicto del colegio de Barakaldo?

R. Yo creo que sí; simplemente con un poco de confianza hacia mi persona y a lo que yo ofrecía. No han dado la oportunidad y lo que han hecho es saltar como han saltado. A todas las personas hay que darles un margen de confianza, a todas. Y luego si no sale bien, se dice "mire, nosotros les hemos abierto los brazos y el corazón y mire usted el resultado".Y no lo han hecho.

P. ¿Cree que los padres del centro religioso terminarán arrepintiéndose? ¿Deben disculparse?

R. Yo le pido a Dios todos los días que me dé capacidad para hacer el bien; aprendo de mis errores para amar a mi prójimo, que es con quien tengo que convivir. No necesito que pidan perdón y tampoco decir lo que tienen que hacer, eso sale del corazón.

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