El caso de la falsa baldosa

Las obras de la plaza Mayor de Manzanares el Real se han tragado ya a un ex alcalde y a dos arquitectos, que han dimitido, y amenazan con atrapar también entre sus losas al actual equipo de Gobierno, una coalición de ediles del PP e independientes. Los vecinos de este municipio siguen atónitos desde hace más de un año la polémica que han provocado estas obras y que ya están en manos de la Fiscalía Anticorrupción por acuerdo del pleno. Y todo ello, porque el Ayuntamiento contrató por 35 millones los trabajos de reforma de la plaza con losas de siete centímetros de grosor y, al final, aceptó que...

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Las obras de la plaza Mayor de Manzanares el Real se han tragado ya a un ex alcalde y a dos arquitectos, que han dimitido, y amenazan con atrapar también entre sus losas al actual equipo de Gobierno, una coalición de ediles del PP e independientes. Los vecinos de este municipio siguen atónitos desde hace más de un año la polémica que han provocado estas obras y que ya están en manos de la Fiscalía Anticorrupción por acuerdo del pleno. Y todo ello, porque el Ayuntamiento contrató por 35 millones los trabajos de reforma de la plaza con losas de siete centímetros de grosor y, al final, aceptó que se pusieran baldosas de sólo cuatro centímetros, porque el contratista no podía acabar las obras. Para la oposición de la Plataforma Cívica de Izquierdas (PCI) se trata de un delito. Para el equipo de gobierno, "era la única solución posible" para acabar la plaza.Esta historia comenzó en diciembre de 1998, cuando el pleno adjudicó directamente a una constructora la mejora de la plaza. El concurso previo para llevar a cabo las obras había quedado desierto porque nadie estaba dispuesto a llevarlas a cabo. Por ello, el Ayuntamiento, tal y como permite la ley, se las adjudicó a la única empresa que se atrevió a realizarlas. Pero como "el presupuesto era demasiado ajustado y los números no salían", según admite el ex arquitecto municipal, el Ayuntamiento acordó con el contratista reducir el grosor de la baldosa. Pero como no se podía reconocer que se iban rebajar las calidades, porque eso significaba cambiar las condiciones del concurso que había quedado desierto, se acordó aprobar un modificado (contrato de mejora) posterior a su conclusión. En él se admitiría ya que las losetas no tenían siete centímetros, sino cuatro. Así, se arreglaba el asunto.

En enero de 1999, cuando se había acabado la primera fase, con losetas de cuatro centímetros, se acordó pagar el primero de los plazos (6 millones). En febrero de 2000, el segundo (18). Pero el tercero (10) no se pagó porque un edil de la oposición, descubrió el cambiazo.

En junio llegaron las elecciones y cambió el gobierno. El nuevo equipo, según el primer teniente de alcalde, Damián Guijarro, independiente, estaba entre la espada y la pared: "O aprobábamos el modificado que legalizaba la situación o nos quedábamos sin obra. Al final, lo aprobamos. Es cierto que hicimos la vista gorda , pero yo acepto mi responsabilidad y no me oculto". El alcalde, José Jordán, del PP, del mismo partido que el regidor que aprobó el cambio de grosor, lo ratifica: "Pero que conste que aquí nadie se ha quedado ni una peseta". La constructora no quiso hacer aclaraciones. Sólo indicó: "Pusimos las losetas que nos dijeron; en eso y en todo lo demás". La oposición exige saber qué otros materiales se cambiaron, pero todo está tapado por el cemento.

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