Joan Garcés,abogado

"La desobediencia del Gobierno de Aznar permitió la fuga de Pinochet"

Pregunta. ¿El caso Pinochet ha terminado?Respuesta. No, hay que situarlo en una cadena de casos que empiezan en el Tribunal de Nuremberg en 1946, que sigue en los noventa con los de Klaus Barbie, Touvier o Maurice Capon, y seguirá con casos que llevarán otros apellidos en la lucha permanente de la Humanidad por hacerse respetar como sujeto de derecho.

P. El caso Pinochet comenzó en Valencia el 4 de julio de 1996 a instancias de la Unión Progresista de Fiscales de España y siguiendo su estrategia. ¿Qué le decidió a impulsar los sumarios?

R. El entonces presidente de la Unión Progr...

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Pregunta. ¿El caso Pinochet ha terminado?Respuesta. No, hay que situarlo en una cadena de casos que empiezan en el Tribunal de Nuremberg en 1946, que sigue en los noventa con los de Klaus Barbie, Touvier o Maurice Capon, y seguirá con casos que llevarán otros apellidos en la lucha permanente de la Humanidad por hacerse respetar como sujeto de derecho.

P. El caso Pinochet comenzó en Valencia el 4 de julio de 1996 a instancias de la Unión Progresista de Fiscales de España y siguiendo su estrategia. ¿Qué le decidió a impulsar los sumarios?

R. El entonces presidente de la Unión Progresista de Fiscales, don Miguel Miravet, interpuso la denuncia original. El mismo día la hermana del sacerdote Antoni Llidó se hizo parte como acusación particular. Estimé, junto a mi equipo de abogados, un honor y un desafío intelectual apoyar a un procedimiento muy complejo desde el punto de vista jurídico y político, pero que encerraba valores humanos y cívicos de alcance universal.

P. Usted había estado esperando ese momento durante mucho tiempo.

R. Fui testigo involuntario de un gran crimen, perpetrado tras la destrucción de la forma representativa de Gobierno en 1973, sustituida por una dictadura que utilizó la tortura y el asesinato masivos durante 17 años para mantenerse en el poder. Siempre pensé que debía prestar mi testimonio.

P. ¿Es cierto que cuando Pinochet supo que usted andaba detrás exclamó: "¡Que pena que no fusiláramos a ese Garcés!"?

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R. Su problema es que yo siempre fui un hombre libre. La asociación que hace en 1998 es un lapso freudiano.

P. En diciembre de 1998 asaltaron su despacho de abogado y se llevaron abundante documentación. ¿Ha llegado a temer por su vida?

R. Quien teme a la muerte muere un poco cada día; quien no, muere una sola vez.

P. Son varios los procesos en los que está inmerso el ex dictador. ¿El del padre Antoni Llidó es especial?

R. Las circunstancias del padre Llidó son singulares entre las más de tres mil personas que Pinochet hizo detener, torturar y asesinar o desaparecer. Llidó ejerció su ministerio sacerdotal hasta en el propio lecho de torturas. Según testigos, mientras era torturado respondía que su ministerio le impedía mentir y que sí tenía la información que interesaba al torturador, pero que no la iba a dar para no poner en peligro la libertad y la vida de otras personas. La saña del torturador puede imaginarse cómo se incrementaba. Pinochet personalmente estaba en conocimiento de la detención y tortura del sacerdote Llidó, su responsabilidad personal está testimoniada en el expediente judicial español por dos obispos.

P. ¿Era el que más posibilidades tenía de condenar a Pinochet?

R. Si la resolución judicial británica de conceder la extradición a España hubiese sido cumplimentada, el caso Llidó es suficiente para que el tribunal condene a Pinochet por torturas.

P. ¿Cómo y cuándo empieza su relación con Chile?

R. Mi interés por Chile ha sido siempre intelectual. Preparando mi tesis doctoral en la Sorbona de París, sobre desarrollo político y económico, escogí a Chile por tener una evolución que le diferenciaba del mundo hispánico y le aproximaba a países nórdicos europeos, de democratización progresiva y desarrollo del régimen parlamentario y representativo. Esto me estimuló a apoyar el proyecto innovador de Salvador Allende, desarrollar la democracia política y proyectarla a lo económico y social, frustrado por una intervención de la Administración Nixon.

P. ¿Antes del golpe tuvieron indicios de que algo iba a suceder?

R. Allende fue elegido presidente el 4 de septiembre de 1970, y apenas 48 horas después ya Nixon daba instrucciones a Kissinger y al jefe de la CIA de hacer lo necesario para provocar una crisis económica que desembocara en un golpe de estado. Ese golpe fracasó en 1970 porque el jefe del Ejército, general Schneider, se interpuso en defensa de la libertad y del sistema democrático. La derecha militar mató al jefe del Ejército por negarse a dar el golpe. Tres años después, la traición de Pinochet lo permitió.

P. ¿Por qué era tan peligroso Chile para los Estados Unidos?

R. Estaba el mundo en guerra fría. Para la propaganda de Kissinger y otros, "socialismo" debía ser igual a "dictadura". Que un país dentro de la zona de influencia norteamericana demostrara que socialismo significaba mayor democracia, más libertades y mayor igualdad económica, fue visto como un desafío. Es positivo que dentro de Estados Unidos hayan surgido iniciativas para distanciarse de lo que hicieron Kissinger y Nixon.

P. ¿Cómo logró salir el 11 de septiembre del Palacio de la Moneda y de Chile?

R. Las tropas que lo cercaban fueron retiradas cuando iba a bombardear la aviación. El presidente Allende me dijo que saliera en ese momento. Aquel día tuve ocasión de oler el aliento de la Dama de la Muerte en siete oportunidades. Tras un par de días en casa de Joaquín Leguina, que trabajaba en el Centro Latinoamericano de Demografía, dependiente de la ONU, los tres españoles acreditados en el cuerpo diplomático en Santiago me ofrecieron su casa. Eran el nuncio de Su Santidad, el embajador de España y el director de la Cepal (ONU). Opté por la del embajador de España, don Enrique Pérez Hernández, quien gestionó mi regreso a Europa en un avión especial.

P. ¿Cómo valora la actitud del Gobierno inglés durante el proceso?

P. Su actuación ha sido impecable en los doce meses que siguen a la orden judicial de detener a Pinochet para someterlo a juicio. Resistió todo tipo de presiones de distintos países, como las de los gobiernos de Chile y de España, para interferir en el procedimiento judicial. Culminada la fase judicial británica en octubre de 1999, concedida la extradición a España, se incrementaron las presiones sobre el Gabinete británico, y a partir de ese mes aceptaron que Pinochet se fugara de la justicia. No a través de una operación comando violenta, como habían pensado algunos, sino de una operación de batas blancas, instrumentalizando a unos médicos. Ninguno de los más de doce médicos de España, Bélgica y Francia, que ha examinado los exámenes han compartido que se certificara la incapacidad mental del detenido para comparecer en juicio. Es importante que los tribunales de los cinco Estados europeos involucrados en este caso no aceptaron esa estratagema, mantuvieron su independencia. En la víspera de la fuga del 2 de marzo, el ministro británico de Interior envió una comunicación a las autoridades españolas ofreciéndoles la posibilidad de que se interpusiera un recurso ante los tribunales británicos contra la puesta en libertad. El juzgado español mandó interponer el recurso, pero el Gobierno español se negó a cursar la orden. La responsabilidad última de que se frustrara el mandamiento de la Audiencia Nacional de España ha sido del Gobierno español.

P. ¿Cuáles son los próximos pasos judiciales?

R. Hemos planteado ante la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo la desobediencia de un ministro del Gobierno Aznar a cumplir la orden judicial y permitir, así, la fuga del mayor terrorista que jamás haya sido procesado y detenido por la Audiencia Nacional. Desobedecer una orden judicial para lograr la impunidad de alguien acusado de crímenes contra la Humanidad, atenta contra la estructura de separación de poderes del Estado español, y contra el compromiso que éste asumió de perseguir el terrorismo, el genocidio y la tortura al ratificar los correspondientes tratados. Nuestro ánimo es elevar este debate al Tribunal Constitucional, y tratar de contribuir a preservar la independencia de los tribunales para castigar también los crímenes de mayor jerarquía, como son los crímenes contra la Humanidad. Siempre mirando hacia el futuro, como hicimos al abrir este caso en Valencia en 1996. Buscamos no sólo la sanción jurídica sino abrir nuevas vías al Derecho.

P. El Congreso chileno ha consagrado la impunidad de Pinochet. ¿Está todo perdido?

R. En España se ha aplicado el principio de justicia universal, propio de la persecución de crímenes contra la Humanidad, para suplir la incapacidad a la que la dictadura redujo a los tribunales para sancionar esos crímenes. También el Tercer Reich inhabilitó a sus tribunales para juzgar tales crímenes. Los propios criminales institucionalizan la impunidad.

P. ¿No hay garantías si se le juzga en Chile?

R. Lo que pueda hacer la Justicia chilena lo vamos a ver pronto. Nos gustaría que el ejemplo de los tribunales de cinco Estados europeos, y de la cooperación judicial que éstos encontraron en Italia y Estados Unidos, sirviera de estímulo para que la Justicia afirme su independencia.

P. En todo caso, ¿es el fin de la impunidad?

R. La lucha contra la impunidad no termina nunca. Sobre todo cuando los criminales son personas muy poderosas financieramente, políticamente o militarmente.

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