Los vecinos, en silencio

Un grupo de 40 vecinos, la mayoría del barrio de la Alameda de Osuna, una de las zonas más castigadas por el ruido de los aviones, asistieron ayer al pleno como espectadores de un debate que les afecta, y mucho. Tenían la intención de hablar y exponer su punto de vista, pero el alcalde, José María Álvarez del Manzano, lo impidió: "Los vecinos tienen a sus representantes legales, que son los concejales, para que expresen sus opiniones, y decir que porque no pueden hablar en el pleno no existe la participación es no creer en la democracia".

Prisciliano Castro, presidente de la Federació...

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Un grupo de 40 vecinos, la mayoría del barrio de la Alameda de Osuna, una de las zonas más castigadas por el ruido de los aviones, asistieron ayer al pleno como espectadores de un debate que les afecta, y mucho. Tenían la intención de hablar y exponer su punto de vista, pero el alcalde, José María Álvarez del Manzano, lo impidió: "Los vecinos tienen a sus representantes legales, que son los concejales, para que expresen sus opiniones, y decir que porque no pueden hablar en el pleno no existe la participación es no creer en la democracia".

Prisciliano Castro, presidente de la Federación Regional de Asociaciones de Vecinos de Madrid (FRAVM), calificó de "grave error" la ampliación del aeropuerto. Al pleno también asistió Julián Moreno, presidente de la Asociación Pijamas en Acción, un grupo de vecinos que se han manifestado varias veces en el aeropuerto en pijama para protestar por el estruendo que padecen y que les impide conciliar el sueño. "Normalmente, el ruido no es por el despegue ni por el aterrizaje de los aviones, sino por los movimientos de las aeronaves en la pista", explicó uno de los vecinos asistentes. Algunos de los miembros de Pijamas en Acción lucieron en su solapa pegatinas que mostraban una cara con un trazo rojo en la cara, que simbolizaba el silencio impuesto por el PP en el pleno. Tanto el PSOE como IU, durante el debate hicieron alusiones a los vecinos en un intento de que el equipo de gobierno reconsiderase su opinión y les dejase participar. Pero el alcalde se mostró inflexible. La Policía Municipal vigilaba a los espectadores por si se exaltaban y comenzaban a gritar. No hubiera sido la primera vez que un grupo de asistentes ha tenido que ser desalojado. Pero no ocurrió esta vez. Los vecinos más preocupados por el ruido se mantuvieron, esta vez, silenciosos.

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