Un estudio rompe los tópicos sobre el lobo ibérico y su relación con el hombre Son más carroñeros que cazadores, viven antes en trigales que en bosques y su número crece

El lobo ibérico es una especie que aún guarda sorpresas para los investigadores. Lejos de correr peligro de extinción, su población crece en el norte de España a un ritmo sin precedentes; antes que cazadores de presas vivas, son carroñeros; además no crían ya en bosques, sino en los campos de cereales, y sobre todo, conviven sin trauma con las carreteras y autovías, que cruzan por los mismos puentes que los vehículos. Éstas son las conclusiones de un estudio dirigido por el prestigioso investigador Juan Carlos Blanco, y que ha roto todos los esquemas sobre estos animales.

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El lobo ibérico es una especie que aún guarda sorpresas para los investigadores. Lejos de correr peligro de extinción, su población crece en el norte de España a un ritmo sin precedentes; antes que cazadores de presas vivas, son carroñeros; además no crían ya en bosques, sino en los campos de cereales, y sobre todo, conviven sin trauma con las carreteras y autovías, que cruzan por los mismos puentes que los vehículos. Éstas son las conclusiones de un estudio dirigido por el prestigioso investigador Juan Carlos Blanco, y que ha roto todos los esquemas sobre estos animales.

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Los resultados del estudio, financiado por el Ministerio de Medio Ambiente y la Junta de Castilla-León, se presentaron en el simposio Natura e Infraestructuras del Transporte celebrado recientemente en Sitges. Su autor, Juan Carlos Blanco, es un investigador independiente y uno de los más reputados especialistas en lobos del panorama científico internacional.Blanco evaluó la respuesta y el comportamiento de 11 ejemplares de lobo seguidos a lo largo de tres años mediante radio-marcaje. Este seguimiento, el mayor que se ha efectuado hasta la fecha en España y uno de los mayores en Europa, reveló actitudes insospechadas hasta la fecha para estos animales.

La más destacable, según Blanco, es su habilidad para cruzar una autovía de cuatro carriles, la que une Madrid con A Coruña en el tramo entre Tordesillas y Benavente, en una zona absolutamente vallada y en la que, por no haber, "no existen ni pasos para ganado". Los animales cruzan por los puentes superiores destinados al paso de vehículos y lo hacen "a cualquier hora del día o de la noche" y regularmente a lo largo del año.

Pero el estudio también revela otros aspectos igualmente sorprendentes. El primero de ellos es que la población de lobos en la zona de estudio no sólo no está fragmentada, como se creía, sino que "es continua y se encuentra en expansión". Según los cálculos del investigador, la densidad actual en la zona se sitúa entre 2 y 3 lobos por cada cien kilómetros cuadrados, para una extensión que se acerca a los 6.000 kilómetros cuadrados.

Población saturada

"La densidad actual es 3 veces mayor a la de hace 10 años", indica. La consecuencia de la alta presencia de animales es que "la población al norte del río Duero está saturada", con lo que aparecen los llamados individuos flotantes que han sido observados con cierta frecuencia al sur del río, donde la población es menor, pero tambien en aumento.

Estas poblaciones, por otra parte, no crían en bosques o grandes maizales, como se suponía, sino en los mismos campos de cereales característicos de esa área. Y por lo que se ha visto, tienden a alimentarse de carroña, en especial de restos de reses abandonadas por ganaderos, y raramente de presas vivas.

Pero lo más sorprendente, según el estudio, es el escaso temor que aparenta tener el lobo a cruzar la autovía. "Se trata de una carretera con cuatro carriles, vallada en prácticamente toda su extensión y sin apenas drenajes", dice Blanco. En más de la mitad de los casos evaluados, los lobos cruzaron por puentes situados a menos de 500 metros de casas habitadas, y en una ocasión se les vio cruzar por el interior de un pueblo, "cerca de una gasolinera abierta 24 horas". El estudio revela también que las manadas de lobos que viven a menos de 15 km de la autovía suelen atravesarla con frecuencia, pero los "residentes" suele mostrarse más reacios que los "flotantes". Los primeros cruzan unos 16 días por año, mientras que los segundos lo hacen 86 días al año.

En palabras de Blanco, el estudio demuestra que "el lobo tolera al hombre, pero el hombre no tolera al lobo". No sólo eso, sino que a pesar de la fuerte humanización de la zona, la población de lobos "crece de forma clara desde hace 30 años". Al sur del Duero el animal ha llegado "hace tan solo 4 años" y se está consolidando. No sólo cruza la autovía sino que tambien cruza el río. Y por lo que parece, son los lobos viejos los que enseñan a los jóvenes por dónde deben hacerlo.

Pero en el futuro, según Blanco, todo podría cambiar: en la zona donde se ha efectuado el estudio hay cinco autovías en construcción o pendientes de aprobación, además del trazado del AVE. "Si no se permeabilizan adecuadamente", concluye, "las poblaciones se verán seriamente amenazadas".

Signos de recuperación

El número de lobos que viven en España es hoy por hoy una incógnita. El último censo más o menos fiable, elaborado por Juan Carlos Blanco mediada la década de los 90, cifra su población en unos 1.500 ejemplares a principios de primavera y en unos 2.000 en otoño, tras la época de cría. El 90% de esta población se localiza al norte del río Duero, frontera establecida en 1992 por la Directiva de Hábitats, un límite que ahora empieza a discutirse, al igual que la situación de la poblaciones establecidas en otras áreas donde se observan signos de recuperación.

Las más castigadas, según datos del Ministerio de Medio Ambiente, son las zonas de Andalucía, Castilla-La Mancha y Extremadura, donde la mayor parte de las poblaciones existentes se encuentran en peligro de extinción. No obstante, según Borja Heredia, biólogo de la Dirección General de Conservación de la Naturaleza, en Sierra Morena y en diversas áreas de la comunidad extremeña se da como segura la presencia de individuos aunque "no hay constancia de grupos reproductores".

Al norte del Duero la situación, sin ser la ideal, tiene otros visos. En Galicia la situación se considera hoy por hoy estabilizada, pese a que entre 1975 y 1995 se constató un descenso poblacional del 30%.

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