El Reino Unido pretende abaratar el precio de los coches nuevos

El Gobierno británico anunció ayer una serie de medidas destinadas a reducir el precio de los coches nuevos, tras la publicación de un informe de la Comisión Europea en el que se corrobora que los automóviles son más caros en Gran Bretaña que en el resto de Europa. Las medidas anunciadas por el Gobierno prevén principalmente reducir las obligaciones contractuales impuestas por los constructores a los concesionarios. El Ejecutivo británico prohibirá ciertas cláusulas de estos contratos relacionadas con la fijación de precios y los constructores no podrán negarse a suministrar vehículos a los co...

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El Gobierno británico anunció ayer una serie de medidas destinadas a reducir el precio de los coches nuevos, tras la publicación de un informe de la Comisión Europea en el que se corrobora que los automóviles son más caros en Gran Bretaña que en el resto de Europa. Las medidas anunciadas por el Gobierno prevén principalmente reducir las obligaciones contractuales impuestas por los constructores a los concesionarios. El Ejecutivo británico prohibirá ciertas cláusulas de estos contratos relacionadas con la fijación de precios y los constructores no podrán negarse a suministrar vehículos a los concesionarios. Si esta iniciativa no da los resultados previstos, el Gobierno se reserva la potestad de prohibir totalmente la práctica de precios recomendados.

El Ejecutivo comunitario indica en su informe que la falta de competencia en el mercado del Reino Unido y los elevados precios que se pagan en consecuencia por los vehículos se traducen en un sobrecoste anual de 1.650 millones de euros (unos 275.000 millones de pesetas) para los automovilistas británicos.

Según las autoridades de Competencia de la Comisión Europea, el precio de venta de un coche en el Reino Unido es superior en un 10% a la media comunitaria. Esta diferencia es difícil de justificar para los constructores, ya que dos terceras partes de los automóviles comercializados en Gran Bretaña son importados, y fundamentalmente desde otros mercados comunitarios donde los precios de los mismos modelos son sustancialmente inferiores. Ni siquiera teniendo en cuenta el coste de la importación (transporte, distribución, comercialización) justifica los elevados precios que pagan los consumidores británicos.

El ministro británico de Comercio e Industria, Stephen Byers, indicó ayer que este informe "confirma lo que ya se sabía". "En Gran Bretaña pagamos más por los coches y la razón es que el mercado no funciona como debiera", añadió. De este modo, las propias autoridades británicas confirmaron la falta de competencia del sector.

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