COLAPSO FERROVIARIO EN MADRID

400.000 pasajeros sin tren tuvieron que desplazarse en autobús o en sus coches

La huelga de maquinistas dejó ayer sin tren a más de 400.000 viajeros. La inmensa mayoría eran usuarios de la red de cercanías de Renfe. Otros 3.000 intentaban hacer un trayecto de largo recorrido. Renfe fletó unos 60 autobuses como transporte alternativo para que estas personas pudieran llegar a sus lugares de destino. Un piquete formado por 50 huelguistas coaccionó a los maquinistas para que abandonaran las locomotoras y apagaran los motores.

Los incidentes arrancaron ayer desde primera hora en la estación de Chamartín. Los viajeros del servicio de Cercanías se encontraron dentro de l...

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La huelga de maquinistas dejó ayer sin tren a más de 400.000 viajeros. La inmensa mayoría eran usuarios de la red de cercanías de Renfe. Otros 3.000 intentaban hacer un trayecto de largo recorrido. Renfe fletó unos 60 autobuses como transporte alternativo para que estas personas pudieran llegar a sus lugares de destino. Un piquete formado por 50 huelguistas coaccionó a los maquinistas para que abandonaran las locomotoras y apagaran los motores.

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Los incidentes arrancaron ayer desde primera hora en la estación de Chamartín. Los viajeros del servicio de Cercanías se encontraron dentro de los vagones pero con el tren parado. Y el reloj avanzaba. Llegaba la hora de entrar a trabajar o a clase y el tren seguía sin arrancar. Muchos no llegaron o lo hicieron con varias horas de retraso a su punto de destino. Sólo entre las 6.00 y las 9.00 de ayer 150.000 viajeros de Cercanías se vieron afectados por la protesta. Seis de las nueve líneas de esta red, las que conectan la capital con el norte, este y oeste de la región, quedaron paralizadas durante toda la jornada.En total, fueron 300.000 los usuarios directamente afectados (aquéllos que utilizan a diario las seis líneas suspendidas) y otros 100.000 los que, procedentes de distintas localidades del sur (cuyas líneas funcionaron normalmente), no pudieron efectuar su trasbordo hacia el norte una vez arribados a la estación de Atocha. Más de 700.000 personas se desplazan cada día por la red de Cercanías de Madrid.

Los estudiantes de la Universidad Autónoma de Madrid, muchos de los cuales llegan habitualmente a clase después de un rápido trayecto en tren, tuvieron que caminar hasta la Plaza de Castilla para coger allí un autobús. El Consorcio Regional de Transportes reforzó su flota de autobuses y aumentó los vagones de Metro para tratar de paliar la situación de colapso que durante unas horas vivió el transporte público madrileño.

Pero los problemas no acabaron ahí. Cuando ya muchos viajeros empezaban a abandonar la estación de Chamartín, resignados a buscar un autobús o un coche privado que los trasladase a sus destinos, Renfe informó de que también los trenes de largo recorrido con salida o llegada en la estación madrileña estaban sufriendo la acción de los huelguistas. Catorce trenes quedaron bloqueados por la acción de los piquetes, y sus más de 3.000 pasajeros se vieron obligados a trasladarse con sus maletas a más de 60 autobuses dispuestos por la compañía ferroviaria. Renfe se comprometió a devolver el importe del billete a todos los usuarios afectados, tanto a los que decidieron regresar a sus casas como a los que finalmente llegaron a su destino en autocar.

Componían el piquete de huelga algo más de 50 maquinistas. "Las cámaras del circuito privado de seguridad han captado a 53 huelguistas", aseguró ayer un vigilante de la estación. Los trabajadores estaban perfectamente coordinados. Se comunicaban entre sí por teléfonos móviles y acudían allí donde salía o llegaba un tren. Le gritaban al maquinista: "Para el tren y bájate. ¡Únete a nosotros, compañero! Mira, estamos aquí todos". "El conductor del Talgo a La Coruña, que había abandonado su posición, minutos antes le dijo: "Yo he dejado a mis viajeros en el tren y me he bajado", afirmó. No resultaba fácil a los huelguistas convencer a los conductores que cumplían servicios mínimos para que abandonaran su puesto.

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"¡Aguanta, valiente!"

Fue el caso del Express Castilla León, con destino a Vitoria, que salía de la vía 11. Los altavoces dieron el aviso de llamada al tren. Los viajeros acudieron. Caminaban por el andén cargados con sus maletas cuando presenciaron cómo un piquete de unos 20 huelguistas trataba de convencer a un maquinista para que abandonara su locomotora. Pero les costaba. Una treintena de viajeros del Express Castilla León, se percató de la situación y comenzó a gritar a favor del conductor: "¡Aguanta, valiente! ¡Aguanta! No hagas caso a estos sinvergüenzas, sigue en tu puesto. No lo abandones".

El conductor, en un principio, se resistió a bajar. Pero la presión del piquete venció la voluntad del maquinista tras unos minutos y éste apagó el motor del tren, echó la cortinilla de la cabina y se bajó. Sus compañeros del piquete le aplaudieron, pero los viajeros, desde el andén vecino, le recriminaron con silbidos y a gritos el abandono del puesto: "¡Rajao! ¡Cobarde! ¡Te has dejado engañar! No nos podeis hacer esto, no hay derecho. Teneis que respetar los servicios mínimos, lo dice la ley", gritaban. Su tren tampoco salió y tuvieron que viajar en autobús.

En al menos dos ocasiones, los responsables de la compañía ferroviaria decidieron poner en práctica una nueva estrategia que despistó al piquete. Dos trenes con destino a Granada, el primero, y a París, el segundo, salieron sin pasajeros de Chamartín, sin ser intimidados por los huelguistas, y recogieron a sus viajeros unos kilómetros más allá: en Aranjuez y Pinar de las Rozas, respectivamente. Los usuarios habían sido trasladados hasta allí por varios autocares que, una vez cumplido el objetivo, regresaron a la capital.

La policía vigiló cada movimiento de los piquetes pero no intervino en ningún momento.

"Me operaba de la vista esta tarde, pero ya no llego"

María Luisa, de 70 años, tenía cita en un quirófano de una clínica de Barcelona en la tarde de ayer. Pero no pudo llegar. Su tren a Barcelona estaba parado en la vía 9 de la estación de Chamartín, en Madrid. Sin maquinista. La hora de salida fijada eran las 11.00. Una hora después, aún no había arrancaado. "Me operaba de los ojos esta tarde pero ya no llego. Soy muy pacífica, pero esto me ha enfadado", se quejó. Tuvo que recoger su maleta y abandonar el tren. "Me parece muy bien que los maquinistas hagan una huelga, pero es tan injusto que no cumplan con los servicios mínimos... Los demás también tenemos derechos", se lamentó.María Luisa fue una de las 3.000 personas con billete de largo recorrido que tuvo que coger el autobús para llegar a destino.José Manuel, pensionista de 66 años, viajaba ayer con un grupo del Inserso de 50 personas hacia la Costa Brava. Pero se quedó sin tren: "Esto es escalofriante, sólo te avisan cuando estás dentro y sentado, cuando ha pasado la hora de salida", explicó. "Es una tomadura de pelo", añadió.

Y es que los piquetes del sindicato SEMAF paralizaron todos los trenes de largo recorrido que intentaron salir ayer de Chamartín entre las 11.30 y las 17.30.

El jefe de Personal de Grandes Líneas de Renfe y árbitro de Primera División de fútbol, Víctor Esquinas Torres, reconoció que el problema era mayor: "En lo que va de mañana sólo han salido dos trenes de largo recorrido, el de Alicante y el de Gijón".

Tony Clair, un ciudadano británico que está de vacaciones por España, tenía asiento en el talgo a Barcelona. Pero tuvo que bajarse del tren. "No hay maquinista, así que no sale. Voy a pedir que me cambien el billete para mañana. Ya he perdido un día de mis vacaciones".

Dos personas mayores y su nieto viajaban a Barcelona para coger otro tren rumbo a Suiza. El abuelo, Lorenzo Crespo, de 64 años, ebanista, que emigró a Suiza hace 27 años, denunciaba: "Esta situación es escalofriante. Parece que en España no ha cambiado nada desde hace treinta años". "Volvemos a casa y ya no sé qué día vamos a llegar", aseguró. Al final viajaron en autobús a Barcelona.

José Cansado, de 20 años, trabaja para una empresa que se dedica a impermeabilizar superficies. "Mañana -por hoy- tengo que estar a las 8.00 en Irún para trabajar pero creo que ya no llego. Espero que no me echen del trabajo", dijo preocupado.

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