Tribuna:

La marca Alemania en la feria de Hannover

La Expo 2000, que se abrirá en Hannover el próximo 1º de junio, hace coincidir dos intereses políticos, uno de Alemania, como anfitrión; otro de España, que pretende vender esa marca, como lo llama el actual Gobierno de Aznar, ante un público fundamentalmente alemán, que (¿por qué no decirlo?) mira con cierta condescendencia a este país del sur de Europa.Muy distinta la marca que pretende vender Alemania. La Exposición Universal en Hannover, el land que gobernara el actual canciller, Gerhard Schröder, le viene a éste al pelo, pues llega en un momento marcado por una crisis profunda en Alemania...

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La Expo 2000, que se abrirá en Hannover el próximo 1º de junio, hace coincidir dos intereses políticos, uno de Alemania, como anfitrión; otro de España, que pretende vender esa marca, como lo llama el actual Gobierno de Aznar, ante un público fundamentalmente alemán, que (¿por qué no decirlo?) mira con cierta condescendencia a este país del sur de Europa.Muy distinta la marca que pretende vender Alemania. La Exposición Universal en Hannover, el land que gobernara el actual canciller, Gerhard Schröder, le viene a éste al pelo, pues llega en un momento marcado por una crisis profunda en Alemania, con consecuencias en toda Europa, debido al hundimiento de la CDU a raíz de los escándalos sobre su financiación. Una crisis que algunos opinan sirve a Schröder para tapar una ausencia de política por su parte.

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Hay más, pues ésta es la Expo de una Alemania que cumple 10 años de su unificación, centro de la nueva Europa, y que pretende, como señalan los organizadores, atraer al resto del mundo para convencerle de que este país ya no es fuente de conflictos, sino origen de soluciones. Esta Expo, junto con las proezas de diseño arquitectónico, pretende ser un lugar de encuentro de ideas de futuro, que sirvan para orientar un mejor porvenir.

Se esperan 40 millones de visitantes, y que por el pabellón español, cuyo comisario general es Pedro Bravo Lozano, pasen casi la mitad de ellos. España apuesta mucho por esta Expo. Los alemanes representan 11 de los 52 millones de turistas que visitan cada año España; es decir, el segundo grupo nacional con los británicos. El objetivo principal, según señala Pablo Bravo, es atraer a los alemanes no ya a la costa, sino a una segunda o tercera visita a España, al interior, en busca de un turismo de calidad. Se quiere aprovechar para interesar a un público alemán y europeo por una España que desarrolla las tecnologías aplicadas a la mejora de la calidad de vida, desde la preservación del medio ambiente a la restauración de edificios. Sería de esperar que el lema de este Pabellón, "Conocimiento y solidaridad", y las actividades que se desarrollen en su seno contribuyan a lavar una imagen maltrecha por los sucesos de El Ejido.

La conexión Hannover entre España y Alemania tiene otros protagonistas. Desde el español Ricardo Díez Hochleitner, presidente del Consejo Asesor Internacional de esta Expo 2000, a Javier Mariscal, diseñador de la mascota de esta Expo, Twipsy, con inspiraciones de Kandinsky, un pie de hombre y otro de mujer y una mano derecha desmesurada y acogeradora.

La voluntad está. Falta la política, la realidad y las relaciones entre sociedades, en una conexión que puede ser útil para ambos países, y para una Europa que, no muy por debajo de su epidermis, está viviendo una grave crisis de liderazgo.

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