FÚTBOL El 'caso Atlético'

Un halcón contra el fraude

Rubí Blanc, un experto en la lucha contra el contrabando, al frente de un club de fútbol

Luis Manuel Rubí Blanc, colchonero e inspector de Hacienda de 38 años, es el hombre encargado de garantizar la supervivencia económica del Atlético. Hasta su nombramiento como administrador del club, Rubí formaba parte del Servicio Ejecutivo de Protección del blanqueo de capitales del Banco de España, un organismo que recibe información de los bancos sobre operaciones sospechosas, sobre las que investiga y formula las correspondientes denuncias.Sus compañeros de Hacienda resaltan la inclinación de Rubí a asumir hasta el límite las tareas que se le encomiendan. Sin embargo, las opiniones no son...

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Luis Manuel Rubí Blanc, colchonero e inspector de Hacienda de 38 años, es el hombre encargado de garantizar la supervivencia económica del Atlético. Hasta su nombramiento como administrador del club, Rubí formaba parte del Servicio Ejecutivo de Protección del blanqueo de capitales del Banco de España, un organismo que recibe información de los bancos sobre operaciones sospechosas, sobre las que investiga y formula las correspondientes denuncias.Sus compañeros de Hacienda resaltan la inclinación de Rubí a asumir hasta el límite las tareas que se le encomiendan. Sin embargo, las opiniones no son unánimes. Para algunos su arrojo y su valentía son valiosas virtudes, mientras que para otros revelan temeridad y ansias de protagonismo.

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En 1994, el juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón le nombró interventor judicial del Pazo Bayón, una enorme propiedad del capo del narcotráfico gallego Laureano Lobo Oubiña, en la que se producía una marca de vino albariño. Rubí dirigió, junto con Garzón y el también juez Carlos Bueren, una original y exitosa operación económica de venta de la marca y de producción de vino cuyos beneficios se han destinado a la lucha contra la droga y la ayuda a familias con miembros drogodependientes. De ese período, Rubí guarda el recuerdo de un episodio en el que fue objeto de una persecución automovilística.

La experiencia gallega fue considerada positiva por jueces y fiscales, y la prueba visible ha sido el encargo a Rubí de la inédita tarea de administrar judicialmente un club de fútbol que le ha ofrecido el también juez de la Audiencia Nacional Manuel García Castellón.

En 1996, un efímero responsable de la Agencia Tributaria, Jesús Bermejo, le nombró director del Servicio de Vigilancia Aduanera (SVA). Desde ese cargo Rubí se colocó en primera línea de la lucha contra el contrabando de tabaco y de drogas, así como a combatir el blanqueo de dinero.

El ahora administrador judicial del Atlético convirtió en cortijo balompédico no llegó a cumplir ni un año y medio al frente del SVA. Otro efímero director de la Agencia Tributaria, José Aurelio García Martín, le destituyó en enero de 1998.

El motivo alegado fue que los métodos empleados por Rubí generaban constantes enfrentamientos en operaciones de lucha contra el contrabando, que en ocasiones llegaron a los puños, con los agentes del otro cuerpo con competencias en ese terreno, la Guardia Civil. Según sus críticos, su estilo de trabajo no era sólo expeditivo, también era excesivamente autónomo, lo que obligaba a sus muchachos a fajarse en el cuerpo a cuerpo para defender el protagonismo del SVA. A pesar de esas críticas, Rubí gozaba de una popularidad enorme entre la mayoría de los miembros del servicio, pues no sólo dio más trascendencia a su labor, sino que intentó ampliar sus competencias. Los sindicatos llegaron incluso a denunciar su cese como un intento de jibarizar las competencias del servicio aduanero.

Ahora debe superar el reto de mantener en marcha un equipo de deportistas profesionales, lo que exige garantizarles sus elevados ingresos, pero cumpliendo con los requisitos que exige la Hacienda pública.

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