Editorial:

Chile, dividido

LA PRIMERA vuelta de las elecciones presidenciales ha dejado un Chile dividido en dos. El candidato de la Concertación para la Democracia, Ricardo Lagos, le ha sacado 30.000 votos al derechista Joaquín Lavín, menos de un 1%. La carrera entre ambos para la segunda vuelta, el 16 de enero, va a ser ardua. Los resultados del domingo indican ya que Chile tendrá serias dificultades para recorrer el camino que le queda para completar la transición hacia la plena democracia y eliminar las rémoras del pinochetismo.Son las terceras presidenciales desde 1990, pero las primeras que necesitan de segunda vu...

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LA PRIMERA vuelta de las elecciones presidenciales ha dejado un Chile dividido en dos. El candidato de la Concertación para la Democracia, Ricardo Lagos, le ha sacado 30.000 votos al derechista Joaquín Lavín, menos de un 1%. La carrera entre ambos para la segunda vuelta, el 16 de enero, va a ser ardua. Los resultados del domingo indican ya que Chile tendrá serias dificultades para recorrer el camino que le queda para completar la transición hacia la plena democracia y eliminar las rémoras del pinochetismo.Son las terceras presidenciales desde 1990, pero las primeras que necesitan de segunda vuelta. Hasta ahora siempre había ganado el candidato de la Concertación, aunque en las dos ediciones anteriores la había encabezado un democristiano. Una parte del electorado de esta corriente parece haber votado por un Lavín que ha sacado más votos que Pinochet en el plebiscito de 1988.

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El convidado de piedra en estas elecciones ha sido el ex dictador, cuya detención en Londres y demanda de extradición a España ha perjudicado a Lagos, aunque formalmente la figura de Pinochet no se haya prácticamente mentado en la campaña. La celebración de una segunda vuelta, sin embargo, puede dificultar que el Gobierno laborista británico utilice la discrecionalidad de que dispone para repatriar a Pinochet por motivos de salud -si los hubiere-, pues interferiría en la campaña electoral de una forma difícil de prever. Sin embargo, el principal factor en contra del candidato de la Concertación es la crisis económica tras una década de espectacular crecimiento. Lavín, que se ha revelado como un candidato fuerte y ágil, ha sabido aprovechar esta coyuntura. Aunque ha contado con la ventaja de que su contrincante no ha podido contar con el millón y medio de chilenos adultos exiliados, a los que no se reconoce derecho de voto: otra impresentable hipoteca de la dictadura.

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