Los colonos judíos anuncian una lucha sin cuartel para impedir la devolución del Golán a Siria

El Golán está dividido. Los dirigentes del movimiento colono - 18.000 israelíes en 33 asentamientos- anunciaron ayer una lucha política implacable para impedir que esta meseta de 1.200 kilómetros cuadrados sea devuelta a los sirios en el marco del proceso de negociación entre Israel y Siria, auspiciado por el presidente norteamericano Bill Clinton, que se reiniciará la semana que viene en EEUU. Por su parte la comunidad drusa de origen sirio -17.000 habitantes en cuatro ciudades- acogía con euforia un diálogo que les permitirá volver a lo que ellos denominan "nuestra verdadera casa".

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El Golán está dividido. Los dirigentes del movimiento colono - 18.000 israelíes en 33 asentamientos- anunciaron ayer una lucha política implacable para impedir que esta meseta de 1.200 kilómetros cuadrados sea devuelta a los sirios en el marco del proceso de negociación entre Israel y Siria, auspiciado por el presidente norteamericano Bill Clinton, que se reiniciará la semana que viene en EEUU. Por su parte la comunidad drusa de origen sirio -17.000 habitantes en cuatro ciudades- acogía con euforia un diálogo que les permitirá volver a lo que ellos denominan "nuestra verdadera casa".

"Barak nos ha traicionado", aseguraba ayer Ramona Bar Lev, dirigente del movimiento colono de los altos del Golán. "Nosotros preferimos que nos llamen residentes", precisaba antes de criticar la reanudación del inicio de las negociaciones de paz entre Siria e Israel, aceptada por el primer ministro israelí "sin haber tenido en cuenta la opinión ni los intereses" de los habitantes de la zona, "tal y como él mismo se había comprometido".El movimiento colono, aglutinado en torno al Comité de Residentes del Golán, se encontraba ayer a primera hora de la mañana plenamente movilizado en su cuartel general de Katzarín, la capital de los altos del Golán, que cuenta con 7.500 habitantes, mientras trataba de organizar una primera reunión para preparar una asamblea general que pretende celebrar el sábado por la noche y en la que el movimiento colono estructurará su respuesta.

"Nadie nos moverá. No estamos dispuestos a marcharnos. Esta tierra es nuestra. Nosotros hemos hecho este país", insistía la portavoz de los colonos, al tiempo que auguraba una oposición frontal a cualquier intento de devolución; primero en el Parlamento, donde la entrega debe contar con el apoyo de 61 diputados (sobre un total de 120), y después, en el referéndum que Ehud Barak se ha comprometido a celebrar al finalizar el proceso de negociación.

Ningún colono del Golán parece dispuesto a marcharse y menos aún los 563 habitantes de la granja agricola de Ramat Magshimim, que llevan más de tres décadas arando la tierra, incluso la que está pegada junto a la alambrada que los separa de Siria. Para estos colonos, en su totalidad militantes del ultraortodoxo Partido Nacional Religioso, hay razones políticas y personales para quedarse en el enclave y negarse a entregar a Siria un solo pedazo de tierra del Golán, pero ante todo esgrimen "razones religiosas".

"Nuestra fuerza es la fe", afirmaba el secretario del asentamiento, Jaim, de 35 años, responsable de una comunidad compuesta por 105 familias. Confía en que un acuerdo de paz con los sirios no le eche del Golán. "¿Qué clase de paz sería la que nos obligara a abandonar nuestras casas?", se pregunta.

El pesimismo de los colonos isarelíes contrasta con la euforia de los drusos de origen sirio, la otra comunidad que se reparte la meseta y la población de la zona. La euforia era palpable en las calles de la ciudad de Majdal Shams -10.000 habitantes justo en la línea de alto el fuego de 1974-, que han acogido la noticia de la reanudación de las negociaciones como la "posibilidad de volver a casa", porque para ellos el Golán pertenece a Siria y ellos forman parte de una comunidad dividida.

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"La paz sólo es posible con la devolución de los altos del Golán y el regreso de los 130.000 refugiados que se vieron obligados a abandonar sus casas en 1967", cuando el Ejército israelí ocupó la meseta, afirma con convicción Alí Maré, de 59 años, un ex militar sirio reciclado como comerciante.

Mientras los habitantes del Golán se alinean, los dirigentes sirios e israelíes se preparan para unas negociaciones que se iniciarán la próxima semana en Estados Unidos. Encima de la mesa, pendiente de arreglo está además del repliegue militar en el Golán, el reparto del agua, el acantonamiento de las fuerzas militares, la lucha contra el terrorismo y el establecimiento de lazos económicos y culturales. Son los cinco puntos del plan de negociación elaborado durante los últimos meses de conversaciones secretas.

"Son mínimas las posibilidades de que fracasen las negociaciones de paz con Siria", aseguraba ayer Ehud Barak, mientras la secretaria de Estado norteamericana, Madeleine Albright, vaticinaba desde Egipto, antes de volver a Estados Unidos, que "el año 2000 será el año de la paz para Oriente Próximo".

Israelíes y palestinos buscan cerrar la crisis de los asentamientos

Israelíes y palestinos reanudaron ayer las negociaciones sobre el proceso de paz, pero ciñéndose a un único tema: los asentamientos. Con esta reunión, auspiciada por la secretaria de Estado norteamericana, Madeleine Albright, durante su estancia en Jerusalén, las dos partes trataban de cerrar la crisis surgida el pasado lunes, cuando los palestinos decidieron suspender las negociaciones hasta que Israel congelara la construcción de nuevas viviendas en los asentamientos.Israelíes y palestinos, reunidos ayer en Ramalá, examinaron durante cerca de dos horas una propuesta de solución formulada el pasado miércoles por el primer ministro Ehud Barak, quien ofreció, como muestra de buena voluntad, congelar durante tres meses los concursos y la licitación de obras nuevas, lo que supone la paralización de 1.800 viviendas, una medida que de ninguna manera afectará a las que se encuentran ya adjudicadas o en fase de construcción y que se elevan a cerca de 3.500.

La oferta de Barak no logró convencer a la delegación palestina, que la consideró insuficiente y volvió a reclamar la paralización total de las construcciones. La negociación sobre los asentamientos se reanudará la próxima semana.

Las fuerzas políticas palestinas esperan impacientes poder concluir un acuerdo sobre los asentamientos con el Gobierno de Israel para poder negociar a continuación la liberación de la última remesa de presos políticos, que deberá materializarse antes de que finalice el mes sagrado del Ramadán, que se inició ayer. Israelíes y palestinos deberán pactar en estas negociaciones el número exacto de presos que se beneficiarán de la medida, algo que inexplicablemente no quedó establecido en los acuerdos previos de Sharm el Sheij, firmados el pasado septiembre. Permanecen también bloqueadas por culpa de los asentamientos las negociaciones sobre el repliegue israelí del 5% en Cisjordania que debía haberse efectuado el pasado noviembre.

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