Editorial:

Los unos y los otros

LA VIOLENCIA en Kosovo siempre estuvo organizada. Primero, por los serbios contra los albanokosovares, antes y durante la guerra; y a partir de junio, por éstos contra serbios e integrantes de otras minorías étnicas que colaboraron con Belgrado. A una limpieza étnica en un sentido ha seguido otra en el contrario. Ésta es la trágica conclusión que cabe sacar de los documentados informes realizados por la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) recogiendo miles de testimonios, cuya lectura deja un sabor amargo: en nombre de la lucha contra unas atrocidades, la intervenci...

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LA VIOLENCIA en Kosovo siempre estuvo organizada. Primero, por los serbios contra los albanokosovares, antes y durante la guerra; y a partir de junio, por éstos contra serbios e integrantes de otras minorías étnicas que colaboraron con Belgrado. A una limpieza étnica en un sentido ha seguido otra en el contrario. Ésta es la trágica conclusión que cabe sacar de los documentados informes realizados por la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) recogiendo miles de testimonios, cuya lectura deja un sabor amargo: en nombre de la lucha contra unas atrocidades, la intervención de la OTAN no ha impedido que se cometieran otras.El primer informe cubre el periodo de octubre de 1998 a junio de 1999. El segundo, desde entonces hasta el pasado 31 de octubre. No son situaciones idénticas, ni resulta oportuna la equidistancia. Pero hay que reconocer que la acción occidental en Kosovo no es la historia del éxito de la imposición de una reconciliación, sino de una separación. El francés Bernard Kouchner, actual administrador del territorio en nombre de la ONU, se equivoca por completo no al calificar en el prólogo a los informes sobre la anterior situación de "política sistemática de apartheid" por parte de Serbia en contra de los albanokosovares -pues lo era-, sino cuando cree que "el miedo" en el que viven los pocos serbios que quedan en Kosovo ya no responde a "una situación política".

Los informes constituyen un relato de espantosas atrocidades serbias en Kosovo, antes de la ofensiva aérea de la OTAN, y multiplicadas cuando ésta comenzó. Aunque por los testimonios recogidos se aprende que las fuerzas de Milosevic se cebaron contra mujeres, ancianos y niños, es decir, contra los menos capaces de defenderse, sigue sin conocerse cuántos crímenes se cometieron en nombre de aquella limpieza étnica. Quizá no llegue a saberse nunca, pero al menos el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia debería estar en disposición de establecer una verdad judicial. Unos 200.000 serbios y miembros de otras minorías han huido de Kosovo. Éste es el gran fracaso de la OTAN en esta guerra inacabada, en una zona que aún puede deparar desagradables sorpresas. En todo caso, la reacción contra una violencia no puede justificar otra violencia. Y violencia insostenible es lo que sigue habiendo en Kosovo.

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