Compañeros, amigos, camaradas

El corazón del SPD sabe ser agradecido con quienes lo miman. Así se puso de manifiesto ayer en el congreso de Berlín durante las elecciones de los dirigentes del partido. El gran favorito de los camaradas fue Franz Müntefering, de 59 años, que se convirtió en el primer secretario general de la historia del SPD con un apoyo récord: nada menos que el 94,27 % de los votos. Müntefering, un socialdemócrata con carné desde 1966, se convierte así en el hombre que dirigirá las tareas cotidianas de la formación política más antigua de Alemania. La sintonía entre este hombre forjado en los ambientes de ...

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El corazón del SPD sabe ser agradecido con quienes lo miman. Así se puso de manifiesto ayer en el congreso de Berlín durante las elecciones de los dirigentes del partido. El gran favorito de los camaradas fue Franz Müntefering, de 59 años, que se convirtió en el primer secretario general de la historia del SPD con un apoyo récord: nada menos que el 94,27 % de los votos. Müntefering, un socialdemócrata con carné desde 1966, se convierte así en el hombre que dirigirá las tareas cotidianas de la formación política más antigua de Alemania. La sintonía entre este hombre forjado en los ambientes de la industria metalúrgica del Rin y el SPD, es casi perfecta. De forma inesperada, el Congreso dio un voto de advertencia a Rudolf Scharping, el ministro de Defensa, que sólo obtuvo un 73% de los votos en su elección como vicepresidente del partido. Scharping, que ha sido el jefe de la comisión encargada de preparar las ponencias, advirtió ayer por la tarde la elección de Schröder es sólo "el comienzo" de la recuperación. Scharping dijo que la principal lección del Congreso es que no se debe permitir de nuevo que la CDU, cómodamente apoltronada y sin tener ideas ni dar alternativas, se aproveche de las discusiones internas y las riñas en el SPD. Como si fuera el jefe de una brigada de bomberos dispuesta a salvar a Schröder, el primer ministro francés, Lionel Jospin, llegó al congreso en medio de un remolino de guardaespaldas y periodistas, levantó los ánimos con visiones de Europa y loas a la amistad franco-alemana, y desapareció, tal como había llegado: con mucho séquito y muchos aplausos calurosos de los compañeros alemanes.

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