Hillary patina en su campaña política

Sólo un amigo de los Clinton podía haber explicado de forma tan irreverente el pluriempleo de Hillary, que a duras penas consigue hacer compatible su papel de primera dama de EE UU con su aspiración de convertirse en senadora por Nueva York en las próximas elecciones. Dick Morris, reconocido clintonólogo que durante años asesoró al presidente en la Casa Blanca, ha explicado su teoría: "La campaña política de Hillary es el regalo con el que Bill Clinton le pide perdón".Esta lectura redunda en la que hacen quienes otorgan una doble personalidad a Hillary: una, indulgente, la que mostró en públic...

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Sólo un amigo de los Clinton podía haber explicado de forma tan irreverente el pluriempleo de Hillary, que a duras penas consigue hacer compatible su papel de primera dama de EE UU con su aspiración de convertirse en senadora por Nueva York en las próximas elecciones. Dick Morris, reconocido clintonólogo que durante años asesoró al presidente en la Casa Blanca, ha explicado su teoría: "La campaña política de Hillary es el regalo con el que Bill Clinton le pide perdón".Esta lectura redunda en la que hacen quienes otorgan una doble personalidad a Hillary: una, indulgente, la que mostró en público cuando se conocieron las últimas infidelidades de su marido; otra, colérica, aumentando sus ya considerables dosis de ambición para buscarse un futuro que convierte a su marido en un instrumento.

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Dick Morris explica: "Hillary necesita a Bill para recaudar dinero en su campaña política". Sólo si acude a las galas políticas acompañada de su marido logrará fondos. Morris dice que Hillary va a perder esas elecciones frente a su posible contrincante republicano, el ultraconservador Rudolph Giuliani. Su quiniela es ésta: "Creo que va a perder. Y si pierde, necesita a Bill para seguir adelante. Pero si gana, se divorciará de él". Y esa sería la revancha que acabaría, por fin, al caso Lewinsky.

Consolida esta teoría la decisión de Hillary de trasladar su residencia a Nueva York y poner 400 kilómetros de distancia con su marido. Es la primera vez que la primera dama abandona la Casa Blanca antes que su marido, de igual modo que el próximo miércoles será la primera vez en la que Bill Clinton esté solo cuando pulse el interruptor que enciende el árbol de Navidad situado frente a la Casa Blanca.

Mientras, Hillary prosigue con una campaña al Senado que sólo sobrevive por ser quien es, dado el volumen de errores que comete. Perdió a los electores puertorriqueños cuando se opuso al indulto que su marido concedió a un grupo de independentistas de la isla. Perdió a los electores judíos cuando, en un viaje reciente a Jordania, la esposa de Yasir Arafat culpó a Israel de usar gases químicos para envenenar a los palestinos, y Hillary besó a la mujer después de semejante afirmación. Y perdió a los seguidores de los Yankees de Nueva York al reconocer que su corazón deportivo está compartido con los Cubs de su Chicago natal, que es como presentarse a alcalde de Barcelona con una camiseta del Real Madrid. Y sigue con su campaña.

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