Tribuna:CIRCUITO CIENTÍFICO

Observatorio Mundial del Espacio

WILLEM WAMSTEKEREn una colaboración entre Naciones Unidas y la Agencia Espacial Europea (ESA), se han celebrado ocho Talleres de Ciencias Espaciales Básicas para los Países en Vías de Desarrollo, con el fin de evaluar y definir nuevas estrategias para abordar los problemas relativos a la lentitud del progreso tecnológico y científico en los países en vías de desarrollo. Se descubrió que la incorporación de las ciencias espaciales básicas a los planes de desarrollo sostenible es de vital importancia.

Los tiempos posindustriales, en los albores de la era de las comunicaciones, plan...

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WILLEM WAMSTEKEREn una colaboración entre Naciones Unidas y la Agencia Espacial Europea (ESA), se han celebrado ocho Talleres de Ciencias Espaciales Básicas para los Países en Vías de Desarrollo, con el fin de evaluar y definir nuevas estrategias para abordar los problemas relativos a la lentitud del progreso tecnológico y científico en los países en vías de desarrollo. Se descubrió que la incorporación de las ciencias espaciales básicas a los planes de desarrollo sostenible es de vital importancia.

Los tiempos posindustriales, en los albores de la era de las comunicaciones, plantean un importante desafío al mundo desarrollado. Aunque la globalización mueve la actual (r)evolución económica y sociológica, la identidad cultural regional sigue siendo una fuerza extraordinaria en el mundo. El problema asociado con la puesta en práctica de programas de desarrollo sostenible en la segunda mitad del siglo XX ha sido la falta de una valoración adecuada de dichas fuerzas. La puesta en práctica de programas de desarrollo sostenible deberá basarse en estrategias originales e innovadoras, en las que compartir deberá ser una parte integral de la contribución del mundo desarrollado.

Las inversiones en educación en muchos países preindustriales no dan los frutos deseados, porque mucha gente con formación académica abandona su país para dedicarse a una carrera científica en el mundo desarrollado, el único en que se puede practicar eficazmente la ciencia de primera línea. Así, la inversión en educación a menudo sólo tiene como resultado la creación de un mercado de consumo sin la población profesionalmente bien formada, culturalmente identificable y académicamente orientada que se necesita para sostener el desarrollo.

Una conclusión de los talleres de la ONU y la ESA ha sido que la creación de un Observatorio Mundial del Espacio (OME) podría dar lugar a muchas contribuciones importantes al proceso de desarrollo y, al mismo tiempo, desempeñar un importante papel para los científicos del mundo desarrollado. Un observatorio así permitirá que todos los científicos del mundo compartan la emoción del descubrimiento de primera línea sin inversiones nacionales económicamente agobiantes y, al mismo tiempo, apoyará la educación e impulsará el desarrollo de infraestructuras, beneficioso para toda la población.

Un OME puede aportar mecanismos para retener a las personas con formación superior en los países en vías de desarrollo, mediante la creación de trayectorias profesionales satisfactorias. Después, los ciudadanos de países en vías de desarrollo pueden convertirse en participantes activos en la investigación internacionalmente reconocida y competitiva. El OME se ha concebido como un medio eficaz para establecer infraestructuras, no sólo en beneficio de la comunidad científica, sino también para la aplicación general de la tecnología espacial al desarrollo sostenible.

La idea de un OME se basa en dos consideraciones. La primera es crear oportunidades de participación para todos los países sin la necesidad de inversiones excesivas. Esto estimulará el desarrollo de una posición competitiva académicamente madura en un plazo de cinco a 10 años después de iniciarse el proyecto, y garantizará la igualdad de oportunidades en la ciencia a todos los astrónomos del mundo. La segunda hace referencia a colaboraciones mundiales en los estudios de los misterios del universo desde el espacio compartidos por científicos de todos los países. Esto no sólo mantiene el espíritu de descubrimiento que forma parte integral del desarrollo sostenible, sino que también da validez al principio visionario según el cual el espacio es la provincia de toda la humanidad.

El concepto del OME es un satélite de observación que va más allá de la planificación habitual de las principales agencias espaciales. Esto tiene como consecuencia un ahorro significativo en los costes de ejecución, facilita la participación de naciones que por lo general no forman parte de proyectos espaciales y, por consiguiente, contribuirá a una enérgica actividad en el campo espacial en el futuro.

El modelo para el OME también prevé la aportación de un elemento perdido en las herramientas de las que debe disponer la comunidad astrofísica para la exploración del universo: el ultravioleta. Por ello, el observatorio se ha definido inicialmente en el contexto de ese dominio, aunque la extensión del concepto a otras frecuencias podría influir poderosamente en la forma en que se lleva a cabo la investigación en las ciencias espaciales básicas en todo el mundo.

Las ventajas del concepto de OME tienen que ver con sus operaciones y su construcción. Estas exigen nuevos métodos de ingeniería y gestión que pongan en práctica con éxito contribuciones eficaces por parte de todas las naciones a una misión espacial con centros de operaciones nacionales en todos los países, y una estructura organizativa en la que se obtenga la máxima participación científica, educativa y pública. La Conferencia Unispace III de Viena reconoció la utilidad de poner en marcha un OME no sólo para el progreso de las ciencias espaciales, sino también para contribuir a reducir las grandes y cada vez mayores diferencias entre los países preindustriales y los posindustriales.

Willem Wamsteker es astrónomo de la Agencia Europea del Espacio (ESA). Las opiniones de este artículo no representan necesariamente a la ESA.

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