JUVENTUD

Delincuencia de supermercado

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Javier Urra es el defensor del menor en Madrid. Hace años que vislumbra el problema. "Ya podemos hablar de un tercer grupo de adolescentes, donde son mayoría los de clase media o media alta, chicos que no conocen las normas ni los límites, que llegan a agredir a la madre en algunos casos, de padres ausentes o separados, que discriminan cuando salen a la calle, que provocan una violencia lúdica que no existía antes, que en su caso se han convertido en tiranos, que tienen un mal pronóstico".Mal pronóstico es cuando el problema se detecta tarde. "Faltan centros de salud mental para adolescentes", propone Félix Pantoja, fiscal de menores en Madrid; "si vemos que nuestro hijo tiene gripe, le enviamos al médico; si vemos que tiene problemas de conducta, no hacemos nada".

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Es lo que denomina algún fiscal como delincuencia de supermercado, cada vez más visible en el trabajo diario de los tribunales de menores, que se manifiesta en pequeños robos, en faltas, en actos de violencia en la escuela, asunto sobre el que el defensor del pueblo, Fernando Álvarez de Miranda, está a punto de hacer público un informe.

Adrián tenía 12 años cuando le pillaron robando un donuts en una tienda. Fue el comienzo de una actividad callejera que, con el paso del tiempo, le permitió ir aumentando su expediente con otros robos, con algún que otro tirón, con agresiones en el colegio. Su fracaso escolar era un hecho: el chaval encontraba más afecto en la calle, en el grupo: robaba dinero en casa para invitar a sus amigos. Sus padres acudieron a una institución pública. Ya no le queremos. Era, además, adoptado. Punto. Están hartos. El chico les había salido mal.

Respetar los límites

Josune Aguinaga es la presidente de UNAF, organización que reúne múltiples asociaciones de mediación familiar. Donde antes sólo intervenían para solucionar problemas en la pareja, ahora tienen que hacerlo también para solventar problemas de convivencia con los hijos: "La inseguridad que muestran los padres ha producido un incremento de la tolerancia hacia los hijos, y, a su vez, los hijos que permanentemente miden su grado de autonomía en relación a los padres han alcanzado límites que no esperaban". Su diagnóstico coincide con el de María José Díaz Aguado, catedrática de Psicología de la Educación. "Se ha producido una tendencia a abandonar el autoritarismo, y eso es bueno, pero no ha sido sustituido por un hecho educativo, sino por situaciones de abandono o negligencia. Se ha producido una pasividad. Los padres han de enseñarles a sus hijos a respetar los límites".

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