Reportaje:

Un cubo de basura junto a Terra Mítica

La urbanización Parque Ansaldo fue proyectada a mediados de los setenta como un barrio fino para la periferia de Alicante. Incorporaba para la arquitectura española el concepto de ciudad jardín: bloques de tres alturas y grandes espacios de zona verde. Cumplía todas las exigencias de calidad de vida para la gente guapa. Incluso mereció el Premio Nacional de Arquitectura. Hoy es simplemente el fondo del cubo de la basura. Huele a plástico quemado y a agua fecal. El medio centenar de edificios que han logrado mantenerse en pie tienen su estructura agrietada y constituyen un peligro para las 300 ...

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La urbanización Parque Ansaldo fue proyectada a mediados de los setenta como un barrio fino para la periferia de Alicante. Incorporaba para la arquitectura española el concepto de ciudad jardín: bloques de tres alturas y grandes espacios de zona verde. Cumplía todas las exigencias de calidad de vida para la gente guapa. Incluso mereció el Premio Nacional de Arquitectura. Hoy es simplemente el fondo del cubo de la basura. Huele a plástico quemado y a agua fecal. El medio centenar de edificios que han logrado mantenerse en pie tienen su estructura agrietada y constituyen un peligro para las 300 familias gitanas y norteafricanas que se aferran a estas ruinas, como si se tratase de los huesos de un ancestro. Pero para quien está en el último eslabón de la cadena alimenticia el riesgo de perecer sepultado es preferible a dormir a la intemperie. Desde el miércoles, con un despampanante despliegue policial, la piqueta y las máquinas excavadoras proceden al derribo, con el previo desahucio dictado por el juez y las consiguientes fricciones con los afectados. Los bordes de esta zona residencial se han endurecido en dos décadas. Se construyó con numerosas carencias y sin permisos muy básicos, pese a ser una promoción pública. Cuando la constructora entregó las llaves en 1979 las deficiencias en la obra eran tan flagrantes que muchos de los propietarios no llegaron a instalarse. Entonces dejaron de pagar y trasladaron su malestar a los juzgados, para que el Tribunal Supremo les diera la razón en el futuro y se les devolviesen las cantidades entregadas. El Banco Hipotecario, ahora Argentaria, ejecutaría las hipotecas y con el tiempo asumiría la propiedad de 500 viviendas a través de Gesinar, mientras que el Instituto Valenciano de la Vivienda (IVVSA) se quedaría con 180.

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Pero mientras tanto, con motivo de la riada de 1982, más de cien familias gitanas que vivían en chabolas fueron realojadas en estos edificios con la autorización del Ministerio de la Vivienda y la Diputación de Alicante. Desde ese momento la zona quedó acotada como un reducto marginal. A finales de esta década la mayoría gitana fue dejando paso a los inmigrantes norteafricanos, básicamente magrebíes y argelinos, que en muchos de los casos han comprado las viviendas a los anteriores ocupantes, sin que fueran los propietarios legítimos. Los años noventa trajeron la degradación del barrio, donde, entre las familias que encontraron una salida en la venta ambulante, la construcción, el servicio doméstico o la agricultura, anidaron varios delincuentes y dos o tres clanes de traficantes de droga. Fue la generalización de la delincuencia, lo que supuso una vuelta de tuerca a las dificultades sociales.

En los últimos tres años se produce un abandono calculado de las administraciones, según la Fundación Alicante Acoge, la única organización que presta ayuda de todo tipo en este barrio ante la ausencia de cualquier cobertura. Los servicios municipales quedan suprimidos por el Ayuntamiento de San Juan, gobernado por el PSPV-PSOE, que suspende el suministro de agua y luz, así como el servicio de limpieza y recogida de basuras, alegando que no se pagan. Estas medidas dramatizan la marginación existente en Parque Ansaldo, que no cuenta ni tan siquiera con un centro social como cualquier otro barrio degradado. Y cuyo Ayuntamiento ha rechazado la declaración de barrio de acción preferente ofrecida por el Consell porque, según esta fundación humanitaria, conllevaría la mejora de las condiciones y, por tanto, la pervivencia de la urbanización como zona deprimida.

No acaban aquí las presiones del Ayuntamiento desde el punto de vista de Alicante Acoge. No concede el empadronamiento a los vecinos desde hace años para evitarse obligaciones con ellos y escurre el bulto ante cualquier ayuda, como fue el caso del niño Hamza Chaltout, quien quedó paralítico cerebral tras ser atropellado y al que ha negado una prestación económica de carácter extraordinario para que su familia pueda afrontar los gastos de recuperación y rehabilitación. En el fondo del asunto subyacen poderosas y lógicas razones.

San Juan se ha configurado estos años como una zona residencial natural de un Alicante cada vez más saturado, y Parque Ansaldo es una isla de chatarra y marginación que impide el desarrollo urbanístico de 750.000 metros cuadrados al norte del pueblo, que pueden albergar hasta 3.000 nuevas viviendas. La eliminación de esta lacra atraería la inversión para construir una zona residencial con hoteles de lujo. Pero de momento, aquí todo está por debajo del listón humano. La red de alcantarillado está descompuesta y las aguas fecales transcurren por la calzada. Ahora la piqueta ha empezado a derrumbar el escenario, aunque queda por resolver un pequeño detalle que no ha sido previsto: ¿dónde se realoja a los 1.500 vecinos?

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