Tribuna

Relevos en campaña

"Quien tiene un amigo tiene un tesoro", debió de pensar el presidente del PP catalán, Alberto Fernández, mientras ayer tomaba su desayuno de campaña. El motivo eran unas declaraciones en las que su compañero de partido, el ministro Josep Piqué, afirmaba: "Estoy dispuesto a encabezar un nuevo PP en Cataluña que transmita un mensaje de normalidad".El dulce despertar que le prometían media docena de encuestas a Alberto Fernández se vio truncado por la entrevista de Piqué a El Mundo. Los sondeos publicados ayer consolidan al PP como tercera fuerza política, pero las declaraciones del ministro port...

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"Quien tiene un amigo tiene un tesoro", debió de pensar el presidente del PP catalán, Alberto Fernández, mientras ayer tomaba su desayuno de campaña. El motivo eran unas declaraciones en las que su compañero de partido, el ministro Josep Piqué, afirmaba: "Estoy dispuesto a encabezar un nuevo PP en Cataluña que transmita un mensaje de normalidad".El dulce despertar que le prometían media docena de encuestas a Alberto Fernández se vio truncado por la entrevista de Piqué a El Mundo. Los sondeos publicados ayer consolidan al PP como tercera fuerza política, pero las declaraciones del ministro portavoz reabren una herida que nunca ha cicatrizado sobre el liderazgo del partido. Desde la despedida -con sabor a destitución- de Alejo Vidal-Quadras en 1996, el Partido Popular catalán ha ido cuesta abajo.

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Alberto Fernández Díaz ha capitaneado la transición desde el incómodo vidal-quadrismo hacia ese centro donde resulta más llevadero convivir con los exigentes vecinos y socios nacionalistas de CiU. Ése es uno de los pocos activos con los que cuenta Alberto Fernández, porque su primer contacto con las urnas fue una auténtica colisión. El 13 de junio, el Partido Popular, el que gobierna en España, consiguió el poder en 13 municipios catalanes y sobre 11.000 ciudadanos de esta comunidad. Ningún ayuntamiento de los conquistados cuenta con más de 3.000 habitantes.

Ante la magnitud de la catástrofe, el pragmatismo de que se hace gala desde la calle de Génova no tardó en entrar en funcionamiento. Había que buscar un relevo. Y un mes después de las municipales, en julio, comenzaron a sonar los tambores. Josep Piqué, que inicialmente debía encabezar la candidatura a las próximas elecciones generales en Barcelona, precipitó su desembarco en Cataluña. En la primera oleada envió a sus hombres fuertes y prescindió de la estructura del partido. Francesc Vendrell y Santiago Fisas se integraron en el equipo del ministro portavoz.

Cualquiera de ellos puede ser el sucesor de Alberto Fernández. El modelo que desde Madrid se tiene en mente es el vasco. Un presidente del partido -como Carlos Iturgaiz- y un hombre fuerte, como el ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja, llevando las riendas.

Todas las fórmulas son buenas para cortar el suministro de votos que en cada elección general va desde el granero catalán al PSOE. Pero la mejor manera de tapar ese agujero negro no es con declaraciones como las del ministro portavoz. En plena campaña electoral, hablar de relevo no es políticamente conveniente.

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