"Hemos logrado que los talibán dejen trabajar a las viudas"

Angela King es jamaicana, pero vive en Nueva York porque trabaja en la sede central de la ONU. Formó parte de la misión de paz para Suráfrica y desde marzo de 1997 es asesora especial del secretario general de la ONU, Kofi Annan, sobre políticas de género y avance de la mujer. King ha seguido de cerca desde sus diversos puestos en la ONU la marcha de las cuatro conferencias; ahora especialmente de la última, la de Pekín. Conoce bien la situación de Afganistán, donde estuvo con una misión de la ONU, y sabe de los logros obtenidos: el último, que el régimen talib permita a las viudas trabajar. I...

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Angela King es jamaicana, pero vive en Nueva York porque trabaja en la sede central de la ONU. Formó parte de la misión de paz para Suráfrica y desde marzo de 1997 es asesora especial del secretario general de la ONU, Kofi Annan, sobre políticas de género y avance de la mujer. King ha seguido de cerca desde sus diversos puestos en la ONU la marcha de las cuatro conferencias; ahora especialmente de la última, la de Pekín. Conoce bien la situación de Afganistán, donde estuvo con una misión de la ONU, y sabe de los logros obtenidos: el último, que el régimen talib permita a las viudas trabajar. Invitada por el Instituto de la Mujer español, ha pasado por Madrid esta semana.Pregunta. La secretaria de la conferencia de Pekín, Gertrude Mongella, dijo en 1995: "A partir de ahora, la imagen de la mujer ha cambiado radicalmente. Porque ahora estamos desempeñando un papel activo en el mundo". ¿Le suena optimista esta frase? Respuesta. Quizá lo parecía entonces, pero lo cierto es que ha habido avances palpables. Las mujeres están asumiendo un papel más activo en todos los niveles. Cada vez es más patente su compromiso y su valor y hemos visto cómo han conseguido influir en los grupos de presión para trasladar sus intereses a la maquinaria de los Gobiernos. En resumen, las mujeres son más fuertes y más visibles. En otro orden de cosas hemos dado grandes pasos. Por ejemplo, ahora sabemos que hay asuntos muy relacionados, como el nivel educativo de la mujer y la salud y la educación de sus hijos. Y sabemos que la educación tiene también consecuencias económicas. En Kenia se ha demostrado que cuantos más años de escolarización tienen las niñas, mayor es su productividad como agricultoras.

P. Durante el proceso de paz en Suráfrica dijo usted que las mujeres son más eficaces en la negociación. ¿Por qué?

R. Lo que dije es que, a mi juicio, debemos estudiar el estilo de negociación y gestión de las mujeres, igual que hemos estudiado el de los hombres desde la noche de los tiempos. Lo que quiero decir es que las mujeres tienen algo especial que ofrecer. En general, son mucho más discretas, tienden a escuchar más. En Suráfrica observé que, al igual que ocurrió en Namibia, ellas trabajan a ras del suelo y suelen ser las que transmiten la información en sus comunidades. Sus cualidades ayudaron a avanzar en el proceso de paz. Después de todo aquello, Suráfrica es uno de los países más avanzados en cuanto al interés por las cuestiones de la mujer, aunque afronta graves problemas como el de registrar uno de los mayores índices de violaciones.

P. ¿Puede usted imaginar a una ONU interviniendo en Afganistán para defender los derechos de la mitad de su población?

R. Sí, pero no en este momento. En primer lugar, el Consejo de Seguridad cree que es imposible un proceso de paz si el país no está de acuerdo y en este momento no existe un Gobierno oficial en Afganistán. Hay diversos organismos de la ONU con delegaciones en Islamabad que entran regularmente en Afganistán para trabajar sobre el terreno. Hace dos años fui allí dirigiendo una misión de la ONU y nos entrevistamos con varios dirigentes. Era la época en la que las mujeres tenían prohibida la entrada en los hospitales. Derogaron esa prohibición poco después. En aquella visita vimos cosas que no esperábamos, como mujeres que sí eran admitidas en los hospitales, aunque en alas distintas y con atenciones diferentes que los hombres. Pero observamos que las cosas eran muy diferentes entre unas provincias y otras. En algunas, la actitud hacia las mujeres era mucho menos rígida que en otras. En algunas zonas vimos mujeres sin burka, las vimos por la calle o vendiendo en los mercados. Vimos algunas escuelas para niñas. Los talibán dijeron que cuando acabase la guerra examinarían los problemas que vivían las mujeres. Mientras tanto, hemos conseguido algunas cosas. Ya hay una asesora, una mujer iraquí, que ha entrado varias veces en el país para poner en marcha varios proyectos. Sabemos que han autorizado a las viudas a trabajar; no sabemos todavía cuántas lo hacen, pero es un paso.

P. La violencia doméstica contra las mujeres afecta a la mayor parte de los países y es un problema que preocupa cada vez más, pero me parece que la ONU no dispone de muchos datos sobre ello.

R. Antes preguntaba cuál es la gran diferencia entre la época de Pekín y ahora, cinco años después. Una de las principales diferencias es el problema de la violencia doméstica. En la ONU no creemos que sea un fenómeno nuevo, pero lo cierto es que la violencia doméstica no se trató hasta Pekín, porque se suponía que era un asunto privado. En los últimos años se han multiplicado los informes y existen tales disparidades a escala nacional que es muy difícil plantearse objetivos a escala internacional, pero a principios del próximo año habrá una nueva publicación elaborada por el departamento de estadística de la ONU, en colaboración con la división de las mujeres, que va a reflejar las cifras de la violencia contra las mujeres.

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