Reportaje:

Ejercicios de memoria

Buena parte de la historia familiar de Juan Pérez Silva (64 años) se quedó encerrada en un chozo ardiendo. Fue en Casas Viejas, en 1933, en plena esfervecencia de la fracasada llamada de la CNT y la FAI a proclamar el comunismo libertario. Durante el ataque de la Guardia de Asalto, al mando del capitán Rojas, la madre de Juan, María Silva, La libertaria, logró escapar por un ventanillo de la casa, aunque fue asesinada tres años después, al comienzo de la guerra civil. Su abuelo Curro Cruz, Seisdedos, murió a tiros dentro de la chabola. Entre los 21 muertos se contaban bisabuelos, tíos, primos...

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Buena parte de la historia familiar de Juan Pérez Silva (64 años) se quedó encerrada en un chozo ardiendo. Fue en Casas Viejas, en 1933, en plena esfervecencia de la fracasada llamada de la CNT y la FAI a proclamar el comunismo libertario. Durante el ataque de la Guardia de Asalto, al mando del capitán Rojas, la madre de Juan, María Silva, La libertaria, logró escapar por un ventanillo de la casa, aunque fue asesinada tres años después, al comienzo de la guerra civil. Su abuelo Curro Cruz, Seisdedos, murió a tiros dentro de la chabola. Entre los 21 muertos se contaban bisabuelos, tíos, primos y tíos abuelos de Juan Pérez. "Creo que hay que hacer lo posible para no olvidar la historia, porque los españoles somos dados a la desmemoria. A mí, no se me olvida", dice Pérez, casado y padre de tres hijas a las que la genética les ha dado seis dedos en cada mano, como a su padre y a su bisabuelo, convertido aquel enero de 1933 en símbolo de la resistencia anarquista. Su padre, director del periódico Cartagena Nova, fue fusilado el último día de la guerra civil. "No he tenido una infancia dulce", enfatiza Pérez, que ayer se disponía a visitar la exposición de 45 fotografías inaugurada en la Casa de la Cultura de esta localidad. El trabajo de dos fotógrafos históricos, Cecilio Sánchez del Pando (Ávila, 1888), que dejaría un notable trabajo de cobertura gráfica de la guerra civil española, y Juan José Serrano (Sevilla, 1910), refleja el dramatismo y la crudeza con que se vivieron en la localidad aquellos acontecimientos, que debilitaron al gobierno de Manuel Azaña. Las escenas que captaron las cámaras de los fotógrafos son patéticas, en especial una de las instantáneas que dieron la vuelta al mundo: un grupo de periodistas y de guardias civiles contempla el amasijo que forman los cadáveres de los jornaleros. Otras fotos muestran a la guardia de asalto en plena acción, al párroco repartiendo pan procedente de suscripciones ciudadanas entre los niños y a los miembros de las comisiones parlamentarias que se desplazaron a la localidad para investigar lo sucedido. Las fotografías que ahora se exponen fueron publicadas por periódicos de la época como La Unión, Abc, Mundo Gráfico o El Liberal y se incluyeron en la Gran Enciclopedia de Andalucía (1979). El Ayuntamiento de Benalup está realizando un ejercicio de recuperación de "la memoria histórica" del pueblo, según explica su alcalde, Francisco González Cabañas (PSOE), que promovió hace un año la adhesión del nombre de Casas Viejas para añadirlo al topónimo administrativo. El Ayuntamiento también quiere hacer una sala histórica con 70 fotos, hemeroteca y biblioteca. Además, ha convocado un concurso para construir otro monumento en la plaza central (ya existe uno creado por la CNT en la Plaza Jornaleros) que cuenta, como elemento central, con una fuente con seis salidas de agua en recuerdo a Seisdedos. Los sucesos de Casas Viejas marcaron la II República. Sofocadas las insurrecciones en otros puntos del país, un grupo de jornaleros anarquistas intentó tomar el cuartel de la Guardia Civil de la localidad, que entonces dependía de Medina Sidonia, una localidad que sobrevivía en la miseria. Los guardias de asalto acabaron con el levantamiento campesino abatiendo a tiros a diez de los anarquistas detenidos. El anciano Seisdedos se convirtió en símbolo de la resistencia al encerrarse en su chabola con su familia y resistir los embates de las fuerzas armadas.

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