GINECOLOGÍA

Riesgo de embolia en las píldoras de tercera generación

El uso de anticonceptivos orales de tercera generación podría estar relacionado con un aumento en el número de casos de tromboembolismo en las mujeres. Esta asociación es sugerida por una investigación que publica la revista British Medical Journal. El estudio ha sido dirigido por Lene Mellemkir, de la Sociedad Danesa del Cáncer, quien estudió los ingresos hospitalarios de personas de entre 15 y 49 años con problemas de embolia pulmonar, trombosis venosa y otras alteraciones trombóticas durante los años comprendidos entre 1977 y 1993. Los resultados de este estudio se correlacionaron con los d...

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El uso de anticonceptivos orales de tercera generación podría estar relacionado con un aumento en el número de casos de tromboembolismo en las mujeres. Esta asociación es sugerida por una investigación que publica la revista British Medical Journal. El estudio ha sido dirigido por Lene Mellemkir, de la Sociedad Danesa del Cáncer, quien estudió los ingresos hospitalarios de personas de entre 15 y 49 años con problemas de embolia pulmonar, trombosis venosa y otras alteraciones trombóticas durante los años comprendidos entre 1977 y 1993. Los resultados de este estudio se correlacionaron con los datos sobre evolución del consumo de anticonceptivos orales de tercera generación.En 1984, las píldoras de tercera generación representaban el 0,2% del total de anticonceptivos, en 1988 el porcentaje era del 17% y en 1993 alcanzaba el 66%. El estudio demostró que los ingresos por tromboembolismo entre las mujeres se mantuvieron estables en unos 120 casos por millón de habitantes y año hasta 1988 y luego aumentó a 140 entre 1989 y 1993. En cambio, en los hombres el número de ingresos permaneció estable.

El mismo número del BMJ incluye un contrapunto científico de Paul O'Brien, del Parkside Helath Trust de Londres. O'Brien indica que el aumento del riesgo en los anticonceptivos de tercera generación respecto a los de segunda es cierto, y cita cuatro estudios anteriores al de Lene Mellemkir que lo han observado, pero indica que en términos absolutos la diferencia es pequeña. Considera que es todavía prematuro sacar conclusiones definitivas y, aunque valora muy positivamente el trabajo del equipo danés, afirma que se necesitan nuevos estudios que corroboren sus conclusiones.

Sin embargo, O'Brien concluye: "La evidencia clínica indica que la segunda generación de anticonceptivos deberían ser los de primera elección, no porque los de tercera generación no sean seguros, sino porque los de la segunda lo son más".

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