Universidad y lenguas oficiales

A Joaquim Molins, decano de la Facultad de Ciencias Políticas y de Sociología de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), se le ocurrió la idea de publicar en castellano su presentación del curso 1997-98 en la Guía del Estudiante. Molins, que imparte sus clases en catalán desde que se incorporó a la universidad, no pretendía con ello lanzar un trágala a las autoridades académicas, sino abrir una brecha en la actual política de la UAB que, en su opinión, "tiende en la práctica a una marginación de la otra lengua oficial -el castellano- y, sobre todo, a unas actuaciones concretas que podrían ...

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A Joaquim Molins, decano de la Facultad de Ciencias Políticas y de Sociología de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), se le ocurrió la idea de publicar en castellano su presentación del curso 1997-98 en la Guía del Estudiante. Molins, que imparte sus clases en catalán desde que se incorporó a la universidad, no pretendía con ello lanzar un trágala a las autoridades académicas, sino abrir una brecha en la actual política de la UAB que, en su opinión, "tiende en la práctica a una marginación de la otra lengua oficial -el castellano- y, sobre todo, a unas actuaciones concretas que podrían calificarse como absurdas y que pueden poner en peligro la competitividad de nuestra universidad". Los servicios de publicaciones de la UAB tradujeron su texto al catalán, sin hacer mención de que se trataba de una traducción. En junio de 1998, Molins escribió una carta a Carles Solà, rector de la UAB, en la que le pedía que "diera órdenes" para que el texto fuera publicado "en el idioma escogido por el decano", alegando que, de la normativa que se le facilitó, "no se deduce que no se pueda utilizar cualquiera de los dos idiomas oficiales de la universidad". Pero volvió a ser traducido. El rector Solà respondió alegando, entre otras cosas, que uno de los objetivos de la Junta de Gobierno es que las publicaciones institucionales se hagan en lengua catalana. Molins presentó el caso al Defensor del Pueblo, cuya respuesta fue de una vaguedad extrema, y al Síndic de Greuges, que dio la razón a la universidad, excepto en lo referente a no mencionar que el texto era una traducción. Molins considera que el monolingüismo es anticonstitucional, que la normalización lingüística ya se realiza en secundaria y nada tiene que ver con la función de la universidad. La marginación del castellano, añade, "dificulta la presencia de estudiantes extranjeros y de profesores e investigadores de todo el mundo".

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