'Hackers' en La Moncloa
El día 11 de agosto, la primera página de información de uno de los mayores proveedores nacionales de acceso a Internet informaba de que un grupo de hackers había asaltado y manipulado la página web oficial de La Moncloa (http://www.la-moncloa.es/).En efecto, quien se conectara hacia las cinco de la tarde a la web de La Moncloa vería en su pantalla una imagen demonizada del presidente Aznar y un manifiesto de los autores del suceso. Más allá de la anécdota, el hecho inspira dos reflexiones inquietantes. La primera haría referencia a la fiabilidad de los servicios informáticos de la Administra...
El día 11 de agosto, la primera página de información de uno de los mayores proveedores nacionales de acceso a Internet informaba de que un grupo de hackers había asaltado y manipulado la página web oficial de La Moncloa (http://www.la-moncloa.es/).En efecto, quien se conectara hacia las cinco de la tarde a la web de La Moncloa vería en su pantalla una imagen demonizada del presidente Aznar y un manifiesto de los autores del suceso. Más allá de la anécdota, el hecho inspira dos reflexiones inquietantes. La primera haría referencia a la fiabilidad de los servicios informáticos de la Administración o de La Moncloa, sean cuales fueren los responsables de la web asaltada; no sólo porque demuestran ser vulnerables por Internet, sino por la ausencia de una respuesta ágil al asalto sufrido. En cualquier caso una mala muestra de la sensibilidad de la presidencia hacia el fenómeno Internet.
Pero la inquietud debe ir más lejos. Quien vea en la web de la Moncloa una foto en la que el presidente del Gobierno luce atributos demoniacos, imagina que algo no funciona en esa web. Per ¿que pasaría siel hacker fuera capaz (y podemos temer que en efecto losea) de alterar sin dejar rastro una página de noticias de un diaro o de una oferta comercial de una empresa? Según cuales fueran sus intereses y sus mensajes, el asunto da de sobra para una película de terror. O, peor aún, para una de esas situaciones en que la realidad hace añorar la ficción.- .