Tribuna:

Calcomanías

El pasado año, doblada la primera quincena de agosto, Margarita, que sigue siendo ministra de Justicia, en uno de sus paseos por tierras almerienses para asistir a los actos de homenaje a los Coloraos, dijo que "en España, en comparación con otras épocas, jamás ha existido tanta libertad". Fue algo más que una frase, pues, su padre, Jaime Mariscal de Gante, ocupó, durante la dictadura del general Franco, plaza de juez de Instrucción en el TOP (años 1967-1972) y pudo hacerle saber la poca que, entonces, existía. Por lo que se escucha estos días, debe ser bastante la libertad ganada por los esp...

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El pasado año, doblada la primera quincena de agosto, Margarita, que sigue siendo ministra de Justicia, en uno de sus paseos por tierras almerienses para asistir a los actos de homenaje a los Coloraos, dijo que "en España, en comparación con otras épocas, jamás ha existido tanta libertad". Fue algo más que una frase, pues, su padre, Jaime Mariscal de Gante, ocupó, durante la dictadura del general Franco, plaza de juez de Instrucción en el TOP (años 1967-1972) y pudo hacerle saber la poca que, entonces, existía. Por lo que se escucha estos días, debe ser bastante la libertad ganada por los españoles, y no debe ser tan bueno que otros ciudadanos, que también disfrutaron de la dictadura de un general, puedan conquistar algo parecido. No se entiende que, superadas actuaciones judiciales que han prestigiado la Justicia inglesa y española, se quiera someter a un arbitraje amistoso y devolver a Chile a quien está acusado de genocidio y torturas ejercidas sobre españoles. Es un ataque a la independencia de la Justicia, que merece un pronunciamiento expreso de la ministra. En cualquier caso, llama la atención que la posición del Gobierno central sea calcomanía de la que, a título personal, mantuvo hace unos meses el secretario general de la Santa Sede y la del fiscal Fungairiño, cuyos dictámenes justificando actos de violencia en Chile durante la dictadura fueron conocidos y bendecidos por el fiscal general del Estado. El fiscal general. Es más que una coincidencia. Es la identidad de posicionamientos entre sectores de una iglesia, que quieren seguir pegados al poder político, y un poder político pegado a estos sectores. Es un gesto de la política del bajo palio. A pesar de todo también es una buena oportunidad para que otros, incluidos representantes de una iglesia que sólo quiere ser iglesia y políticos de esta comunidad, no callen y se conozca su grado de compromiso con los derechos humanos. Todo a la espera de otra voz, la del Parlamento andaluz. Si el Parlamento vasco, particular y parcialmente interesado, ha sido capaz de invitar al pueblo kurdo, nada impide que Andalucía exija que Pinochet sea juzgado por quienes, constitucionalmente, son los únicos competentes para hacerlo, los jueces.EUGENIO SUÁREZ PALOMARES

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