Cartas al director

Me asalta una duda

En determinadas ocasiones los organismos públicos -como es el caso ahora del Instituto Nacional de la Salud (Insalud)- convocan oposiciones abiertas para cubrir un número determinado de plazas de sus estamentos. Se da la circunstancia de que para aprobar la convocatoria programada por el Insalud, para el personal no sanitario, calificadas rimbombantemente como "consolidación de empleo", y que da derecho a un puesto fijo en el citado organismo, los candidatos deben pasar con éxito la dura prueba de memorizar una desmesurada cantidad de datos no sólo rancios e indigestos, sino a todas luces inút...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

En determinadas ocasiones los organismos públicos -como es el caso ahora del Instituto Nacional de la Salud (Insalud)- convocan oposiciones abiertas para cubrir un número determinado de plazas de sus estamentos. Se da la circunstancia de que para aprobar la convocatoria programada por el Insalud, para el personal no sanitario, calificadas rimbombantemente como "consolidación de empleo", y que da derecho a un puesto fijo en el citado organismo, los candidatos deben pasar con éxito la dura prueba de memorizar una desmesurada cantidad de datos no sólo rancios e indigestos, sino a todas luces inútiles para la función que se ha de ejercer. Alguna otra, como la de la máquina de escribir, representa un contrasentido tal que es imposible que no llene de pasmo hasta el intelecto más tosco. ¿Se imaginan que a alguien, para poder arar los campos con los modernos tracto- res actuales, se le exigiera demostrar su habilidad con la burra y el arado romano? Pues algo así es lo que pretende el sandunguero funcionario que determina hacer una prueba de máquina con la mecánica del siglo pasado. Por otra parte, muchos de los profesionales que llevan numerosos años (desde dos o tres hasta 10 o más) demostrando su valía y su capacidad, y soportando su inestable y humillante provisionalidad laboral, se encuentran ahora -después de tantos esfuerzos y de tantos buenos servicios prestados- abocados a tener que competir por el plato de lentejas en unas condiciones de notable inferioridad. La mayoría de estas personas que llevan ya muchos años sin practicar asiduamente la inefable tarea de aprenderse de memoria cosas inútiles, pero que han demostrado saber hacer perfectamente su trabajo y que por hallarse cumpliendo con su obligación profesional -a la que hemos de añadir las cargas familiares de muchos de ellos- carecen prácticamente de tiempo útil para preparar las engorrosas oposiciones. ¿Cómo puede imaginarse que logren competir en igualdad de oportunidades con auténticos profesionales de este tipo de convocatorias, con jóvenes adiestrados durante muchos años en el estudio, que disfrutan además de todo el tiempo libre para asumir semejante reto? Me asalta una duda: ¿es esto justo?, ¿es esto inteligente? ¿No será, en definitiva, que la Administración quiere deshacerse de estos profesionales maduros y se enmascara tras el embuste de la igualdad de oportunidades?- .

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Archivado En