FIN DE LA GUERRA La resolución de Naciones Unidas

La ONU asume la administración de Kosovo

Aprobada la resolución del plan de paz con la abstención de China y 14 votos afirmativos

China renunció a su derecho de veto, optó por la abstención y permitió ayer que el Consejo de Seguridad, con los votos favorables de los otros 14 países miembros, incluida Rusia, convirtiera en una resolución, la número 1244, el plan de paz para Kosovo laboriosamente negociado en las últimas semanas por la OTAN, Rusia y Yugoslavia. La ONU, marginada durante la guerra de Kosovo, entró finalmente en acción, sellando el fin de las hostilidades y autorizando a la OTAN a liderar una fuerza multinacional de paz encargada de asegurar el regreso de casi un millón de refugiados kosovares. La resolución...

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China renunció a su derecho de veto, optó por la abstención y permitió ayer que el Consejo de Seguridad, con los votos favorables de los otros 14 países miembros, incluida Rusia, convirtiera en una resolución, la número 1244, el plan de paz para Kosovo laboriosamente negociado en las últimas semanas por la OTAN, Rusia y Yugoslavia. La ONU, marginada durante la guerra de Kosovo, entró finalmente en acción, sellando el fin de las hostilidades y autorizando a la OTAN a liderar una fuerza multinacional de paz encargada de asegurar el regreso de casi un millón de refugiados kosovares. La resolución también crea una administración civil para Kosovo dependiente de la ONU, cuyo principal responsable será nombrado por Kofi Annan.

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, El Consejo de Seguridad no se hizo de rogar. Una vez anunciada por Javier Solana la pausa en los bombardeos de la OTAN, condición imprescindible para Moscú y Pekín, Annan y los 15 embajadores se reunieron en el edificio de Naciones Unidas en Nueva York para estudiar el texto consensuado por el G-8 en Colonia. Tras un par de horas de debate, en el que los representantes de Rusia y China reiteraron sus críticas a la actuación de la OTAN, el texto fue presentado a votación y aprobado por 14 países. China se abstuvo. Durante el debate, la palabra le fue también concedida a Vladislav Jovanovic, el embajador yugoslavo. "Desde el comienzo de la agresión de la OTAN, Yugoslavia ha buscado una solución política", dijo. "Pero la OTAN", añadió, "ha violado las leyes de guerra y ha designado como objetivos prioritarios a los civiles, incluidos hospitales, medios de comunicación, prisiones, escuelas, centros comerciales, transportes públicos y embajadas extranjeras". Jovanovic reiteró que Kosovo "es parte integrante de Yugoslavia" y calificó al Ejército de Liberación de Kosovo (ELK) de "grupo terrorista". El Consejo de Seguridad no estimó la petición yugoslava de denunciar a la OTAN por "sus bombardeos de Yugoslavia, brutales y contrarios a la Carta de Naciones Unidas". Pero los embajadores ruso y chino sí que emplearon esos mismos calificativos en sus intervenciones. Según el embajador ruso, la OTAN ha terminado descubriendo "la futilidad y las trágicas consecuencias del bombardeo de Yugoslavia". Según el embajador chino, la OTAN "ha violado la Carta de la ONU y ha minado la autoridad del Consejo de Seguridad, sentando un grave precedente en las relaciones internacionales".

Renuncia al veto

Todos los ojos estaban puestos en Shen Guofang, el representante de China, una potencia con derecho a veto, contraria a la acción bélica de EE UU y sus aliados y muy herida por el bombardeo de un B-2 norteamericano de su embajada en Belgrado, en el que murieron tres periodistas chinos. Shen describió así la recién suspendida Operación Fuerza Aliada: "En nombre de principios humanitarios, la OTAN ha provocado la mayor catástrofe humanitaria en Europa desde la II Guerra Mundial". Pero llegó la hora de la verdad y Pekín, no queriendo ser el aguafiestas en un proceso que ya habían aprobado Moscú y Belgrado, renunció a su derecho a veto y optó por la única abstención de la jornada. El Consejo de Seguridad daba a las fuerzas de la OTAN legitimidad para seguir adelante y penetrar en Kosovo tras los pasos de las unidades serbias en retirada. La resolución 1244, que da legalidad internacional al proceso de paz en Kosovo, pide un inmediato alto el fuego y el fin de la represión en Kosovo y autoriza que vayan sincronizados la retirada serbia y el despliegue de una fuerza multinacional de paz que, aunque no lo menciona, es la de la OTAN. La resolución, tal como había sido negociada por siete países occidentales y Rusia en Colonia, establece el principio de que Kosovo forma parte de Yugoslavia, pide el desarme de los guerrilleros del ELK y propone una futura amplia autonomía para esa región. Mientras que la OTAN, con la colaboración de Rusia cuando se sume al proceso, se encarga de las tareas militares en Kosovo, Naciones Unidas queda encargada de construir una administración civil para la zona, en la que participarán varios miles de personas y que tendrá la gigantesca tarea de instalar a los refugiados, reconstruir las zonas devastadas, mantener la ley y el orden, promover los derechos humanos y sustancial autonomía y autogobierno. El sueco Carl Bildt, enviado especial de Kofi Annan para los Balcanes, dijo que la reconstrucción de Kosovo es "el mayor desafío, la operación de paz más compleja jamás emprendida por la comunidad internacional en los tiempos modernos". Una cierta amargura dominó la reunión de un Consejo de Seguridad que sabía que se estaba limitando a actuar como un registro, a poner un tampón legal a un texto aprobado previamente por otros organismos. Pero también, como señaló el siempre digno Kofi Annan, el Consejo de Seguridad era consciente de estar aportando "las bases legales para el proceso de despliegue de tropas y creación de la administración interina de Kosovo". En Washington, Bill Clinton se refirió a la reconstrucción de Kosovo, para decir que espera que "la mayoría del dinero necesario para ello proceda de Europa, puesto que Estados Unidos aportó la mayoría de los medios y fondos necesarios para la campaña aérea". En sus primeras reacciones al comienzo de la retirada serbia y la suspensión de los bombardeos de la OTAN, el presidente de EEUU no empleó la palabra victoria, pero tampoco ocultó su satisfacción personal por el comienzo del final de una guerra en la que, en contra del Congreso y con corto apoyo de la opinión pública, se ha jugado su capital político. "Éste es un momento de esperanza", añadió, "pero tenemos que acabar el trabajo y construir la paz".

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