Editorial:

Primarias en Chile

Al elegir al socialista Ricardo Lagos como candidato a las presidenciales de diciembre por la coalición de centroizquierda Concertación por la Democracia, Chile ha optado por proseguir el "cambio dentro del cambio". Las primarias celebradas a tal efecto han permitido proponer a quien es el mejor candidato. Aunque inevitablemente se presente a Lagos como el primer socialista que puede llegar a la Casa de la Moneda desde que Salvador Allende fuera derrocado en 1973 por el golpe de Augusto Pinochet, los tiempos han cambiado. La Concertación, coalición de democristianos y socialistas que ha gobern...

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Al elegir al socialista Ricardo Lagos como candidato a las presidenciales de diciembre por la coalición de centroizquierda Concertación por la Democracia, Chile ha optado por proseguir el "cambio dentro del cambio". Las primarias celebradas a tal efecto han permitido proponer a quien es el mejor candidato. Aunque inevitablemente se presente a Lagos como el primer socialista que puede llegar a la Casa de la Moneda desde que Salvador Allende fuera derrocado en 1973 por el golpe de Augusto Pinochet, los tiempos han cambiado. La Concertación, coalición de democristianos y socialistas que ha gobernado Chile desde 1990, está lejos de la Unidad Popular de Allende. Probablemente haya más paralelismos entre el candidato derechista Joaquín Lavín y Pinochet que entre Allende y un Lagos que se presenta como el futuro tercer presidente de la Concertación, y no como el segundo presidente socialista de Chile.La victoria de Lagos es la de la perseverancia, ya que perdió dos primarias anteriormente frente a los democristianos Patricio Aylwin, primero, y Eduardo Frei, después, que triunfaron ambos en sus respectivas elecciones. Aunque tiene los sondeos a su favor, Lagos no tiene una victoria asegurada en la primera vuelta el 12 de diciembre. Pero, a sus 61 años, es actualmente el político de mayor talla en Chile. Incluso sus detractores le reconocen su buena gestión pasada al frente de los ministerios de Educación y Obras Públicas. No sorprende, pues, su victoria en las primarias frente al democristiano Andrés Zaldívar, aunque sí la diferencia: 71% frente a un 28% en unas elecciones abiertas a todos los votantes salvo los afiliados a partidos que no pertenecen a la Concertación. El resultado puede suponer una inversión en el peso relativo que han tenido democristianos y socialistas en la coalición de gobierno. Y para superar su fatiga política, la Democracia Cristiana tendrá que proceder a una sustancial renovación interna.

Está por ver cómo influye en las elecciones de diciembre el caso Pinochet, ante el que Zaldívar se ha mostrado más crítico que Lagos. La derecha y el Ejército intentarán, previsiblemente, agitar las aguas, sobre todo si creciera la posibilidad de una extradición del antiguo dictador a España. Si Pinochet regresa a Chile por razones humanitarias o por cuestiones procesales, dados los meses transcurridos ya, no lo hará en olor a victoria, sino a derrota.

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