GUERRA EN YUGOSLAVIA El frente bélico

Belgrado se adapta a una vida sin electricidad ni agua tras los últimos ataques aliados

La mayoría de Belgrado está sin electricidad. Tampoco hay agua y las líneas telefónicas han comenzado a fallar. Es la consecuencia de los últimos bombardeos de la OTAN sobre la capital y diversas zonas estratégicas para el suministro de estos bienes. Según el Gobierno yugoslavo, los hospitales comienzan a sufrir también las consecuencias. Los generadores trabajan durante los apagones bajo la amenaza de la carestía de la gasolina y otros derivados. La capacidad de los suministros de luz y agua se ha quedado reducida a un 8%.

Los ataques aliados han igualado a ricos y pobres. Cuando Aleks...

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La mayoría de Belgrado está sin electricidad. Tampoco hay agua y las líneas telefónicas han comenzado a fallar. Es la consecuencia de los últimos bombardeos de la OTAN sobre la capital y diversas zonas estratégicas para el suministro de estos bienes. Según el Gobierno yugoslavo, los hospitales comienzan a sufrir también las consecuencias. Los generadores trabajan durante los apagones bajo la amenaza de la carestía de la gasolina y otros derivados. La capacidad de los suministros de luz y agua se ha quedado reducida a un 8%.

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Los ataques aliados han igualado a ricos y pobres. Cuando Aleksandar y su esposa, Maia, salieron ayer por la tarde de compras por el centro de Belgrado llevaban en la mano una lista más bien corta: un par de linternas, pilas de varios tamaños, una cocinilla de gas y la mayor cantidad posible de cajas de agua embotellada. Éstas, junto a los pequeños generadores, son el símbolo de la nueva división social. Ambos son jóvenes ejecutivos de una empresa comercial y evidentemente pertenecían a la clase acomodada. Ahora sufren como todos las consecuencias de los bombardeos. "No vale la pena comprar alimentos. Los refrigeradores ya no funcionan", dice Maia. "Los apagones no nos dejan ver ni la televisión. Mejor así. Todas las noticias son malas", intervino Aleksandar. En la calle comercial, las tiendas están cerradas y a oscuras. En algunos quioscos son visibles unos letreros que minan la moral de la población fumadora: "Nema cigareta" ("No hay cigarrillos").La ausencia de electricidad, que no es nueva, se suma ahora a la del agua y a la saturación de las líneas telefónicas. La guerra desde el aire comienza a tener efectos sobre tierra: 20 hospitales y 30 clínicas de la capital han establecido un sistema de emergencia. El Gobierno federal yugoslavo ha decretado su acceso prioritario a las reservas de agua y al suministro de mantas y otros bienes. Algunos de los bebés prematuros fueron sacados de sus incubadoras y colocados en cunas normales vigiladas por enfermeras, cuya misión es mantener el calor durante las 24 horas. "Afortunadamente no hay que lamentar la muerte de ningún paciente", aseguró la doctora Srdjan Pasic. Algunos de los hospitales se enfrentan a un segundo peligro: el efecto directo de las bombas. Sus cristales están protegidos y las camas han sido removidas.

Hay colas para comprar pan. Todavía no son largas, pero el asedio aéreo comienza a hacer mella en la moral de la población.

El partido Unión Izquierda Yugoslava (JUL), presidido por la segunda persona más importante del país -Mira Markovic, la militante esposa de Slobodan Milosevic-, ha lanzado una arenga al pueblo en forma de comunicado: "La libertad se defiende oponiéndose a los deliberados ataques contra el suministro de agua, de electricidad, de todo aquello que altera una vida normal". Una idea que comparte el Movimiento de Renovación Serbia de Vuk Draskovic: "Todas las leyes están siendo violadas".

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