Crisis en el rescate de montaña

Dimisión en bloque. Catorce de los 16 bomberos especialistas que formaban parte del Grupo de Rescate de Montaña de Navarra (GRM) han arrojado la toalla. La falta de respaldo a sus demandas por la dirección del Consorcio de Bomberos, al que pertenecen, les ha empujado a abandonar una actividad en la que se enrolaron voluntariamente y por la que no percibían ninguna retribución, pese al riesgo añadido. Y se han ido justamente cuando la primavera comienza a congregar más aficionados en la montaña. "Nos preocupa lo que ha sucedido", indica Juan Mari Feliú, presidente de la Federación Navarra de Mo...

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Dimisión en bloque. Catorce de los 16 bomberos especialistas que formaban parte del Grupo de Rescate de Montaña de Navarra (GRM) han arrojado la toalla. La falta de respaldo a sus demandas por la dirección del Consorcio de Bomberos, al que pertenecen, les ha empujado a abandonar una actividad en la que se enrolaron voluntariamente y por la que no percibían ninguna retribución, pese al riesgo añadido. Y se han ido justamente cuando la primavera comienza a congregar más aficionados en la montaña. "Nos preocupa lo que ha sucedido", indica Juan Mari Feliú, presidente de la Federación Navarra de Montaña. "Ha sido una sorpresa y una lástima porque eran un plantel de gente especializada con gran nivel técnico. Eran necesarios y ahora hay un hueco que se debería cubrir a la mayor brevedad". La paciencia del grupo, que comenzó su existencia hace una década, se colmó el pasado 31 de enero. Ese día Jesús María Urtasun, pamplonés de 50 años y miembro del GRM, sufrió una grave caída en el pico Ori, de 2.017 metros, cuando acudía en auxilio de una persona accidentada. La jornada fue negra. En las mismas laderas heladas había una segunda persona herida que también esperaba auxilio y la insuficiencia del personal especializado para atender todos los accidentes fue más patente. Urtasun cayó por una pendiente de 300 metros en la vertiente francesa del monte y sufrió posteriormente la amputación de un pie. El propio bombero tuvo que esperar casi dos horas a ser rescatado. Después criticó con amargura que ese día, domingo, había sólo dos miembros disponibles del grupo en toda Navarra. Un portavoz de los dimisionarios ha señalado ahora que la dirección del Consorcio de Bomberos, dependiente del Departamento de Interior del Gobierno navarro, ha desatendido siempre sus peticiones. "El Plan Director del Consorcio, que aprobó el Parlamento foral, estableció en 24 el número idóneo de integrantes del GRM, y ésa fue la cifra de quienes comenzamos las prácticas con helicóptero en 1996, pero ahora apenas quedábamos 16. Por desmotivación o edad, otros lo fueron dejando. A la falta de personal", continúa este portavoz, "hay que unir la necesidad de más maniobras prácticas. Ahora hacemos unas 10 salidas al año y serían necesarias unas 17. No hay una organización adecuada para un servicio que es permanente. Se han repetido casos en los que ha estado una sola persona de la brigada de guardia para cubrir todas las urgencias de montaña en Navarra y ha tenido que echar mano y llamar a compañeros que estaban en su casa de fiesta", explica con resignación. La desaparición del GRM del Consorcio de Bomberos hace que las urgencias de montaña (el grupo atendía unas 40 al año, de ellas diez con requerimiento de ayuda aérea) estén ahora mismo únicamente en manos de la Guardia Civil, que posee dos puestos en Pamplona y Roncal, con 14 hombres, y dos helicópteros disponibles en Logroño y Huesca. El instituto armado ya ha sido informado del previsible aumento de trabajo que tendrá mientras no se solucione el problema. El director general del Departamento de Interior, Alfredo González, ha señalado que se estudia la opción de traspasar el servicio de rescate a la brigada ecológica de la Policía Foral siguiendo el modelo de la Ertzaintza, que tiene entre sus competencias el rescate de montaña. González, con tod, deja abierta la posibilidad que el GRM de bomberos, que había adquirido un altísimo nivel técnico, pueda recomponerse con distinta organización y un reglamento que regule sus funciones y dé carpetazo al voluntarismo de sus componentes. Una de las principales demandas de sus miembros fue la de centralizar a sus integrantes en un único parque, evitando la actual dispersión. Interior reconoce esa "disfunción" pero alega que juntarlos en Pamplona causaría otros problemas internos. Mientras tanto, la primavera se cuela en los valles pirenaicos y en las montañas de Navarra y miles de aficionados acuden cada fin de semana a recorrer sus cumbres. Pero están más desprotegidos que antes.

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