Más de dos millones de mexicanos apoyan al zapatismo

Dos millones y medio de mexicanos acudieron a la consulta del zapatismo sobre derechos y culturas indígenas, y por encima del 90% respondieron sí a las cuatro preguntas planteadas, según el escrutinio preliminar efectuado por la Fundación Rosenbluteh, encargada del recuento. Nadie en su sano juicio hubiera respondido negativamente a cuestiones y demandas cuya legitimidad nadie discute.El Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), alzado desde enero de 1994 en uno de los Estados más pobres de México, con el subcomandante Marcos a la cabeza, inquirió sobre la disposición de mexican...

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Dos millones y medio de mexicanos acudieron a la consulta del zapatismo sobre derechos y culturas indígenas, y por encima del 90% respondieron sí a las cuatro preguntas planteadas, según el escrutinio preliminar efectuado por la Fundación Rosenbluteh, encargada del recuento. Nadie en su sano juicio hubiera respondido negativamente a cuestiones y demandas cuya legitimidad nadie discute.El Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), alzado desde enero de 1994 en uno de los Estados más pobres de México, con el subcomandante Marcos a la cabeza, inquirió sobre la disposición de mexicanos a integrar a sus compatriotas indígenas, 10 millones entre 96 millones de habitantes; a aceptar el diálogo en la solución del conflicto de Chiapas; al cumplimiento de los acuerdos de San Andrés, y a la conveniencia de desmilitarizar ese Estado. Como era previsible, el EZLN destacó el éxito y trascendencia de su iniciativa, y el Gobierno, la apatía ciudadana, su escaso relieve.

El conflicto zapatista queda como estaba: sin solución a la vista, todavía alejadas las partes en el enfoque de la deseada solución negociada, y poco activo el Congreso en forzar el arreglo de una crisis que no influye sustancialmente en la agenda diaria del país, pero impide su normalización política, divide y enfrenta. En tanto, el subcomandante acusa al Gobierno de haber incumplido los acuerdos San Andrés sobre derechos y culturas indígenas, firmados en 1996 por delegados del Ejecutivo y del EZLN, los detractores del encapuchado de Lacandona le imputan ambiciones de otro tipo: montado sobre la causa indígena, acusan, desarrolla una estrategia política para convertirse en factor influyente en las presidenciales del 2000.

"No sabemos nada de las elecciones. Sólo queremos que alguien cumpla nuestros derechos", insistió Alejandro, uno de los 5.000 activistas, todos con pasamontañas, que atendieron las 10.000 mesas.

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