Editorial:

Lo sabe por experiencia

AHORA SE sabe por qué dudó tanto el PP de Asturias antes de plantear una moción de censura contra el presidente del Gobierno regional, Sergio Marqués. Ayer la intentaron y ayer mismo recibieron el revolcón. El censurado subió al estrado con una carpeta en la que dijo guardar las pruebas de irregularidades que se le pidió realizar desde el Gobierno central, y acusó al vicepresidente Álvarez Cascos de haber sido el instigador de su caída en desgracia, al querer que prevaleciera "no la autoridad, sino el poder por el poder" en un "ejercicio desaforado y desenfrenado". De acuerdo con el tono regio...

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AHORA SE sabe por qué dudó tanto el PP de Asturias antes de plantear una moción de censura contra el presidente del Gobierno regional, Sergio Marqués. Ayer la intentaron y ayer mismo recibieron el revolcón. El censurado subió al estrado con una carpeta en la que dijo guardar las pruebas de irregularidades que se le pidió realizar desde el Gobierno central, y acusó al vicepresidente Álvarez Cascos de haber sido el instigador de su caída en desgracia, al querer que prevaleciera "no la autoridad, sino el poder por el poder" en un "ejercicio desaforado y desenfrenado". De acuerdo con el tono regionalista de la formación creada por sus seguidores, Marqués reprochó a quienes le censuraban actuar siguiendo instrucciones de Madrid. "Lo sé por experiencia", añadió.Ni el vicepresidente ni la dirección del PP en Asturias han logrado dar una explicación clara de por qué se produjo el distanciamiento, y luego la ruptura, entre Álvarez Cascos y su hasta entonces hombre de confianza y amigo. Pero sí han esgrimido a posteriori acusaciones que relacionan a Marqués o miembros de su Gobierno con comportamientos corruptos, en particular en la gestión de las obras públicas financiadas con cargo a los llamados fondos mineros. La acusación llegaron a trasladarla a los tribunales, que archivaron el caso por no encontrar delito, y fue el PP el que impulsó la creación de una comisión de investigación. La oposición consiguió que ésta no se limitara al último año, como quería el PP, sino a toda la legislatura. Aunque no hay todavía conclusiones, del cruce de acusaciones en las comparecencias parece deducirse la existencia de una pugna interna por favorecer a determinadas empresas.

En ese contexto se comprende el temor del PP a iniciativas que pudieran volverse contra el partido como tal. Las dudas sobre si plantear o no la censura parlamentaria se mantuvieron durante ocho meses. Ayer, Marqués levantó una punta de la manta y mostró documentos con instrucciones de La Moncloa para favorecer a determinadas cadenas de radio -con la Cope a la cabeza- en la concesión de licencias. Cascos dijo hace meses que prefería "un partido sin Gobierno" que lo contrario, y en el reciente Congreso Nacional del PP argumentó que, si no se hubiera desmarcado de la gestión de Marqués, todo el partido tendría que soportar ahora el descrédito. Pero por lo que se oyó ayer en el Parlamento asturiano, se va a quedar sin barcos y sin honra. Quizá haya sido por su "megalomanía", que dijo Marqués ayer.

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