Varapalo a la fiscalía del tribunal que juzga las 'escuchas del Cesid'

El exdirector general del Cesid, Emilio Alonso Manglano, y su antiguo hombre de confianza, Juan Alberto Perote, cuya deslealtad le obligó a dimitir en junio de 1995, se sentaron ayer codo con codo en el banquillo (en este caso sillas) de la Audiencia Provincial de Madrid para responder de un presunto delito de interceptación de conversaciones telefónicas cometido por el Gabinete de Escuchas del servicio secreto.Fue por poco tiempo. Antes de que se iniciara el juicio, el tribunal accedió a suspenderlo hasta esta mañana. El fiscal pidió tiempo para estudiar el auto, distribuido minutos an...

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El exdirector general del Cesid, Emilio Alonso Manglano, y su antiguo hombre de confianza, Juan Alberto Perote, cuya deslealtad le obligó a dimitir en junio de 1995, se sentaron ayer codo con codo en el banquillo (en este caso sillas) de la Audiencia Provincial de Madrid para responder de un presunto delito de interceptación de conversaciones telefónicas cometido por el Gabinete de Escuchas del servicio secreto.Fue por poco tiempo. Antes de que se iniciara el juicio, el tribunal accedió a suspenderlo hasta esta mañana. El fiscal pidió tiempo para estudiar el auto, distribuido minutos antes, en el que se rechazaba su recurso contra la negativa a admitir la recusación de los tres jueces planteada por Manglano.

Ciertamente, el fiscal debía digerir un auto muy duro, en el que se le criticaba por "prescindir de datos relevantes del marco legal [...] hacer abstracción del sentido y la racionalidad [...] y rectificar de forma inopinada" su propio criterio.

En definitiva, para la Sección 15 de la Audiencia, la recusación, basada en una supuesta "falta de imparcialidad objetiva", fue resuelta en su día por el Tribunal Superior de Justicia de Madrid y su replanteamiento ahora sólo pretendía "paralizar el curso de esta causa".

Lo consiguió por 24 horas. Manglano y los otros cinco agentes del Cesid se marcharon por donde habían llegado, por el garaje, a salvo de cámaras y fotógrafos. Perote, a pie, por la puerta principal. Como los abogados. Entre ellos, el diputado Pablo Castellano, que se representa a sí mismo en el juicio, según dijo, para "asomarse a la corrupción política".

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