Reportaje:

Memorial

La nómina de agravios estéticos a Madrid que las organizaciones culturales perciben es extensa. Además de la violetera, de la cabezota de Francisco de Goya y de la estatua de Diego Velázquez de Juan Bravo, los organizadores consideran de extrema fealdad las mujeres abundosas, culonas las llaman, de Botero en la plaza de Colón y la gran mano, manaza la nombran, también del autor colombiano, situada cerca de la plaza de San Juan de la Cruz.Denostan igualmente las fuentes con chorritos del Homenaje a la Mujer, en la avenida de Daroca, así como la efigie dedicada a la familia y la erigida en el ja...

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La nómina de agravios estéticos a Madrid que las organizaciones culturales perciben es extensa. Además de la violetera, de la cabezota de Francisco de Goya y de la estatua de Diego Velázquez de Juan Bravo, los organizadores consideran de extrema fealdad las mujeres abundosas, culonas las llaman, de Botero en la plaza de Colón y la gran mano, manaza la nombran, también del autor colombiano, situada cerca de la plaza de San Juan de la Cruz.Denostan igualmente las fuentes con chorritos del Homenaje a la Mujer, en la avenida de Daroca, así como la efigie dedicada a la familia y la erigida en el jardín del Arzobispado en conmemoración de la visita del Papa.

Mención aparte, por especialmente feos y molestos, les merecen los chirimbolos desplegados por las esquinas de Madrid, algunos de los cuales impiden cruzar calles con garantías de seguridad. Además, todos los conjuntos escultóricos diseminados por el parque Juan Carlos I, desde el busto de don Juan de Borbón hasta los numerosos murallones embolados, desencadenan sus más agrias imprecaciones.

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