Una Mata-Hari pobre
El 1 de mayo de 1948, en plena dictadura franquista, Málaga se despierta con una sorpresa: las señas del régimen franquista han desaparecido del monte Coronado. Alguien, aprovechando la oscuridad, ha cambiado algunas letras y donde antes se leía Juventud Nacional Sindicalista ahora aparece Juventudes Socialistas Unificadas. Para más inri, banderas republicanas engalanan los árboles de la carretera. "Al día siguiente era el 1 de mayo, día de los trabajadores y había que demostrar que el Partido Comunista estaba vivo", así es que Carmen Gómez y María de las Mercedes Amoretti se vistieron con rop...
El 1 de mayo de 1948, en plena dictadura franquista, Málaga se despierta con una sorpresa: las señas del régimen franquista han desaparecido del monte Coronado. Alguien, aprovechando la oscuridad, ha cambiado algunas letras y donde antes se leía Juventud Nacional Sindicalista ahora aparece Juventudes Socialistas Unificadas. Para más inri, banderas republicanas engalanan los árboles de la carretera. "Al día siguiente era el 1 de mayo, día de los trabajadores y había que demostrar que el Partido Comunista estaba vivo", así es que Carmen Gómez y María de las Mercedes Amoretti se vistieron con ropas cómodas y se encaramaron al monte. "Si nos cogen, nos fusilan allí mismo". Pero no las cogieron entones ni pudieron pillarlas nunca, por eso, octogenarias ambas, los colores republicanos y la ideología comunista no ha muerto para ellas. Ayer viajaron a Sevilla porque el PCE hacía un homenaje a todas aquellas mujeres a las que un mal día sorprendió la guerra y lo dejaron todo menos la lucha. Por una idea: no perder nunca la libertad. El monte Coronado fue sólo una aventura que resultó exitosa y que a Carmen Gómez le gusta recordar. La cárcel y las palizas es algo más doloroso que, muy a su pesar, permanece indeleble. A Carmen, el alzamiento militar le pilla en Málaga de vacaciones. Ella tenía ganada una plaza de Hacienda con destino en Huesca. No volvió allí. Su múltiples huidas, su andar de una cárcel a otra, de un país al vecino, la sumergieron en la realidad bélica y en la lucha y les impidió hacer muchas más cosas. A algunas, ni a echarse un novio y casarse les dio tiempo. Por eso se quedó soltera María de las Mercedes Amoretti, una maestra criada en un ambiente republicano a quien un compañero del colegio la traicionó y la mandó de golpe a la cárcel de Málaga donde la sometieron a "consejo de guerra sumarísimo". No pudieron con ella. A los cuatro años salió de la cárcel y, aunque soportó muchas otras penurias, vive para contarlas y presta voz a aquellas que salían cada día del penal de mujeres malagueño para ser fusiladas. Su delito era que no sabían "o no quisieron decir" dónde estaban sus maridos. De la cárcel donde se hacinaban salió una mañana una mujer. Más bien la arrancaron de allí. Tres guardias civiles quisieron arrebatarle a la criatura de 18 meses que llevaba en brazos. No lo consiguieron. Cayó fusilada sin soltar al hijo, que moriría poco después de un problema cardíaco. María de las Mercedes tuvo más suerte. La segunda vez que volvió a la cárcel, los gritos de una antigua alumna la salvaron de una soberana paliza. "A la señorita no, a la señorita no". Era la hija del capitán, que le rogaba al padre clemencia para la que fue su maestra en la escuela. Nadie suplicó por Carmen Gómez, que se llevó más de una paliza entre rejas. A los peligros propios de la guerra y del régimen franquista se sumaron otros propios de su sexo. "Mi antiguo jefe se enteró de que estaba en la cárcel y vino a salvarme, pero traía otras intenciones". "El tío con seis hijos, y yo con 20 años..." Paradójicamente la salvó un mando falangista. La amistad de Gómez con la hija de un capitán "faccioso", le sirvió para pasar información a las fuerzas republicanas. "Era una Mata-Hari, pero pobre". También ayudaba a los brigadistas a pasar de una zona a otra con un montaje digno de una película. No olvidan el dolor pero recuerdan la ilusión de entonces, cuando las ideas bullían. El régimen fracasó con ellas, republicanas hasta la muerte.