La guerra se impone en Kosovo a pesar de la presión diplomática sobre las negociaciones

Los intentos de la diplomacia para lograr un acuerdo de paz para Kosovo, ante la reunión del próximo día 15, siguen a marchas forzadas. No obstante, en la provincia serbia la guerra continúa sin tomarse un respiro. El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) informó ayer de que 5.000 civiles albaneses han abandonado sus casas en las poblaciones cercanas a la frontera con Macedonia. Así ocurrió en la aldea de Pustenik, junto a la frontera con Macedonia, donde el pasado martes tropas serbias de policía entraron e incendiaron algunas casas. Los 60 habitantes huyeron.
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Los intentos de la diplomacia para lograr un acuerdo de paz para Kosovo, ante la reunión del próximo día 15, siguen a marchas forzadas. No obstante, en la provincia serbia la guerra continúa sin tomarse un respiro. El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) informó ayer de que 5.000 civiles albaneses han abandonado sus casas en las poblaciones cercanas a la frontera con Macedonia. Así ocurrió en la aldea de Pustenik, junto a la frontera con Macedonia, donde el pasado martes tropas serbias de policía entraron e incendiaron algunas casas. Los 60 habitantes huyeron.

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Los pobladores permanecieron todo el día escondidos, atenazados por el pánico. Al amparo de la oscuridad, huyeron de su aldea con lo puesto. Las dos docenas de casas de Pustenik estaban ayer vacías, abandonadas y abiertas. Todavía ardían las maderas de dos casas incendiadas. Por las callejas de Pustenik, embarradas y en parte cubiertas de nieve, sólo deambulaban vacas, gallinas y un perro, al mismo tiempo que, desde dentro de una cuadra, se escuchaban los rebuznos de un burro. El cuartel general del cuerpo del Ejército yugoslavo de Pristina informó en la noche del martes de la muerte en combate, "contra grupos terroristas albaneses", del sargento Goran Mirjanic, de 28 años, en las cercanías de Djeneral Jankovic, la última ciudad de Kosovo en la frontera con Macedonia. Un parte militar señala: "En una acción eficiente, las Fuerzas Armadas yugoslavas destrozaron a los terroristas albaneses. Durante los combates, que duraron varias horas, un número (sic) de terroristas cayeron muertos".Según los militares yugoslavos, los ataques del Ejército de Liberación de Kosovo (ELK) en la zona fronteriza con Macedonia "tratan de crear un corredor para permitir la entrada de grupos de terroristas procedentes de Macedonia y plantear una presunta situación de catástrofe humanitaria a los ojos de la comunidad internacional". Expertos militares occidentales consideran absurda esta interpretación del Ejército yugoslavo. Los abastecimientos del ELK proceden de Albania y no de Macedonia.

Las consecuencias de los combates en la zona las ha sufrido ante todo la población civil. El pueblo de Pustenik y otros de los alrededores padecen en carne propia las consecuencias de la guerra. Según la organización humanitaria kosovar Madre Teresa, 4.500 pobladores de los pueblos vecinos a Gjeneral Jankovic huyeron, sobre todo mujeres, ancianos y niños. Entre los fugitivos están todos los habitantes de Pustenik, con la excepción de Metllahe Bushi, de 35 años, paralítica y con deficiencias psíquicas, que no pudo abandonar con su familia la aldea y cuyo paradero ayer se ignoraba.

Para llegar a Pustenik se abandona la carretera general, que conduce a Macedonia. Se puede intentar subir por una trocha de montaña de unos dos kilómetros con un vehículo de turismo, hasta que queda enterrado en el barro y la nieve.

A partir de allí, el último kilómetro se hace a pie. Los mugidos de las vacas, los cacareos de las gallinas y los rebuznos de un burro son los únicos vestigios de vida en una maravillosa mañana de picante sol de marzo. La vista del valle, por donde el río Nerodinka corre hacia Macedonia y unas hermosas montañas nevadas de la estación invernal Brezovica quitan horror a la desgracia sufrida por las ocho familias del pueblo.

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Dos casas se encuentran incendiadas por completo. Los restos de las paredes están todavía calientes. El fuego consume los últimos trozos de madera de las vigas. Otra casa se halla con las puertas abiertas de par en par. Zapatos y zapatillas aparecen esparcidos por la entrada, signo de la costumbre musulmana de descalzarse para entrar. En el interior de la casa, el congelador se encuentra abierto y repleto de carne, todavía congelada. De las paredes cuelgan toda clase de motivos: desde un tapiz con la escena de Abraham a punto de sacrificar a su hijo Isaac, hasta una foto en forma de corazón de un soldado durante el servicio militar en el Ejército yugoslavo. La foto va acompañada de un texto que dice: "Nuestros dos jóvenes corazones están unidos por el amor. Saludos desde el Ejército. ¡No me olvides!".

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