Reporteros de su propia vida

Dos inmigrantes resultan ganadores del certamen fotográfico organizado entre vendedores de revistas de calle

Rafael Correa, un asilado político colombiano de 50 años, nunca había tenido una cámara fotográfica entre las manos. Pero ayer se consagró como reportero junto al lisboeta Manuel Vaz, de 26 años. Ambos recibieron los primeros premios, a la mejor imagen y a la mejor serie, del maratón fotográfico organizado el 16 de noviembre por la revista de calle También contamos entre 30 de sus vendedores con apoyo de la Comunidad.La finalidad del ralli era conmemorar el 50 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos a través de las imágenes elegidas por personas que, como esos ve...

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Rafael Correa, un asilado político colombiano de 50 años, nunca había tenido una cámara fotográfica entre las manos. Pero ayer se consagró como reportero junto al lisboeta Manuel Vaz, de 26 años. Ambos recibieron los primeros premios, a la mejor imagen y a la mejor serie, del maratón fotográfico organizado el 16 de noviembre por la revista de calle También contamos entre 30 de sus vendedores con apoyo de la Comunidad.La finalidad del ralli era conmemorar el 50 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos a través de las imágenes elegidas por personas que, como esos vendedores, ven conculcados algunos derechos como al trabajo o a una vivienda digna.

Correa considera que el objetivo se ha cumplido. "Yo siempre había soñado en poder reflejar cómo vivimos un montón de personas en esta ciudad", explica. Sus fotografías reflejan los problemas de los artistas callejeros, los ancianos, los niños y las personas sin hogar.

Él conoce bien las penalidades de quien tiene que salir adelante en tierra extraña. Ha trabajado en numerosos empleos inestables. El último, como vendedor de helados. "Me fue muy mal y empecé a vender la revista porque tengo que sacar adelante a mi mujer, mis tres hijos, mi nuera y mi nieta y pagar el piso de alquiler", explica.

Las 50.000 pesetas del premio no se las gastará precisamente en festejos. "Con ellas saldaré una deuda con la Seguridad Social de cuando vendía helados", añade. Pero su satisfacción más íntima es saber que las fotografías las verán las miles de personas que visiten la III Feria de la Solidaridad abierta en el Palacio de Deportes hasta el 1 de diciembre.

Vaz, aferrado a una silla de ruedas, también conoce lo que es buscar empleo en vano. Ayer vivió la alegría de saber que su imagen Tatuaje había entusiasmado al jurado.

"Como no tengo tiempo suficiente de residencia en España, no percibo una pensión por invalidez. Además, cada vez que voy a una entrevista laboral noto que siempre contratarán antes a alguien que no sea minusválido, aunque yo desempeñe igual de bien el trabajo", añade. Espera que lo de vender revistas de calle y vivir de pensión sea sólo una estación de paso.

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