"Mitch" desde el sofá

Un huracán se ha cebado con Centroamérica. El Salvador, Honduras, Guatemala y Nicaragua han sido arrasadas; casas, tierras, propiedades y, lo que es peor, miles de vidas se han perdido. A veces me pregunto si estas catástrofes naturales son una razón para que salgamos de nuestro letargo, para que aflore nuestra sensibilidad y, sobre todo, para que asumamos un compromiso solidario hacia personas que están a miles de kilómetros de nosotros. Cuando ocurren estas cosas me doy cuenta de la importancia que cobran en nuestra sociedad los medios de comunicación: prensa, televisión, radios, etc. A trav...

Un huracán se ha cebado con Centroamérica. El Salvador, Honduras, Guatemala y Nicaragua han sido arrasadas; casas, tierras, propiedades y, lo que es peor, miles de vidas se han perdido. A veces me pregunto si estas catástrofes naturales son una razón para que salgamos de nuestro letargo, para que aflore nuestra sensibilidad y, sobre todo, para que asumamos un compromiso solidario hacia personas que están a miles de kilómetros de nosotros. Cuando ocurren estas cosas me doy cuenta de la importancia que cobran en nuestra sociedad los medios de comunicación: prensa, televisión, radios, etc. A través de ellos y de la información que recibimos, ponemos en marcha nuestros instintos solidarios y tratamos de paliar el dolor de las personas que sufren, aportando todo aquello que esté a nuestro alcance. Sin embargo, desde mi sofá y en la comodidad del cálido hogar, uno se para a pensar (tratando de ser realista, que no pesimista) si toda esa generosidad convertida en ayuda y canalizada a través de las ONGs, Cruz Roja y la Ayuda internacional llega realmente a su destino en su totalidad, pues la picaresca está servida y la especulación en estos casos suele ser una realidad. No trato, al emplear estos argumentos, de desanimar a quienes con todo su amor y su actitud solidaria, quieren contribuir a mejorar las condiciones de vida de las víctimas del huracán Mitch, pero sí quiero llamar la atención de quienes tienen la responsabilidad de hacer llegar en su totalidad la esperanza y el cariño que muchas personas han transformado en medicinas, ropa, comida y medios de infraestructura para sobrevivir. Desde mi sofá y con el corazón encogido por el sufrimiento, envío un abrazo lleno de cariño a todas las personas que en estos momentos, y a miles de kilómetros, sufren.- . .