La paradoja que ronda

El peligro de la ronda de circunvalación M-30 está vinculado a su elevada intensidad circulatoria. Los más de 200.000 coches que recorren diariamente sus carriles la convierten en la vía más transitada y, en consecuencia, en la que más accidentes sufre (1.401 siniestros en 1997). Esta peligrosidad de la M-30 lleva, sin embargo, dos años eclipsada por la de su hermana mayor, la M-40, el anillo más grande de Madrid (61 kilómetros). Esta carretera de circunvalación tiene una circulación sensiblemente inferior a la M-30 (130.000 coches diarios), así como un número mucho más bajo de accidentes (12...

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El peligro de la ronda de circunvalación M-30 está vinculado a su elevada intensidad circulatoria. Los más de 200.000 coches que recorren diariamente sus carriles la convierten en la vía más transitada y, en consecuencia, en la que más accidentes sufre (1.401 siniestros en 1997). Esta peligrosidad de la M-30 lleva, sin embargo, dos años eclipsada por la de su hermana mayor, la M-40, el anillo más grande de Madrid (61 kilómetros). Esta carretera de circunvalación tiene una circulación sensiblemente inferior a la M-30 (130.000 coches diarios), así como un número mucho más bajo de accidentes (120). Pese a ello, la M-40 supera en muertos a la M-30: en 1997 registró 16 víctimas mortales, frente a las ocho de la M-30. La causa de esta paradoja (menos circulación, menos accidentes, pero más fallecidos) radica, según la Guardia Civil, en la mayor velocidad que alcanzan los vehículos en la despejada ronda exterior. Un fenómeno que, paradoja por paradoja, refiere indirectamente a la protección que proporciona la intensidad circulatoria de la M-30 frente a los accidentes mortales.

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