El G-7 finaliza su reunión sin tomar ningún acuerdo concreto para salir de la crisis

Fracasan en la búsqueda de un acuerdo para reducir tipos y ayudar a los países en recesión

ENVIADO ESPECIALLa reunión del Grupo de los Siete (G-7) celebrada ayer en Washington concluyó ayer sin ningún acuerdo concreto, más allá de las afirmaciones genéricas realizadas en cumbres anteriores. Aunque sobre la mesa había dos propuestas, una reducción de los tipos de interés planteada por el FMI y nuevos mecanismos de emergencia para financiar a los países en recesión, propuesto por Estados Unidos, el G-7 se limitó a reconocer el deterioro de la situación económica y pidió a sus miembros que cumplan sus compromisos con el Fondo.

El comunicado del G-7 realiza un genérico llamamient...

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ENVIADO ESPECIALLa reunión del Grupo de los Siete (G-7) celebrada ayer en Washington concluyó ayer sin ningún acuerdo concreto, más allá de las afirmaciones genéricas realizadas en cumbres anteriores. Aunque sobre la mesa había dos propuestas, una reducción de los tipos de interés planteada por el FMI y nuevos mecanismos de emergencia para financiar a los países en recesión, propuesto por Estados Unidos, el G-7 se limitó a reconocer el deterioro de la situación económica y pidió a sus miembros que cumplan sus compromisos con el Fondo.

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El comunicado del G-7 realiza un genérico llamamiento a sostener el crecimiento en Europa y EE UU, aunque no explica la manera de conseguirlo. Nada concreto sobre el plan anunciado por el presidente Bill Clinton ni sobre los nuevos mecanismos para financiar a los países en crisis. Como siempre, la reprimenda se la llevó Japón, a quien se le volvió a instar para que reforme su sistema financiero y estimule su economía.Paradógicamente, Japón fue el único que acudió a la reunión con un plan concreto de ayuda de 30.000 millones de dólares (4,2 billones de pesetas) para los países de sureste asiático que se encuentran en recesión tras la tormenta financiera del último año.

El equilibrio político del G-7 está claramente inclinado a favor de la reducción ordenada de los tipos de interés, más aún tras la victoria socialdemócrata en Alemania, pero en el campo de los gobernadores de los bancos centrales, con el Bundesbank alemán a la cabeza, la situación es diferente, en gran parte por las distintas fases en que se encuentra cada una de sus economías. Los países en desarrollo pidieron ayer explícitamente a los más ricos que pongan en marcha una reducción coordinada de tipos de interés para frenar la crisis. Los norteamericanos no quieren continuar reduciendo sus tipos de interés, tras la rebaja al 5,25% del pasado martes acordada por la Reserva Federal, sin que esa medida sea secundada por el banco alemán y el nuevo Banco Central Europeo (BCE), pues ello debilitaría el dólar, de cuya fortaleza siguen siendo partidarios los responsables norteamericanos.

Además, la amenaza más inmediata para la economía de Estados Unidos es específicamente financiera, la evolución de Wall Street, cuyo peso en la economía es mucho mayor que durante el crash de 1987, y que puede acabar creando restricciones crediticias y serios quebrantos a los grandes bancos, como la crisis del fondo de alto riesgo LTCM ha puesto claramente de manifiesto. No en vano una de las principales misiones de la Reserva Federal es garantizar la estabilidad del sistema financiero.

Oposición de Tietmeyer

Enfrente, Hans Tietmeyer, responsable del Bundesbank, centrado en su visión de la situación en Alemania y por extensión en la futura zona euro, para la que como buen halcón monetarista, no ve esa necesidad de reducir los tipos de interés, que ya están más de dos puntos por debajo de los americanos. La economía internacional no se encuentra entre sus competencias. Pero, al mismo tiempo, una revalorización de las monedas europeas frente al dólar puede acabar lastrando el crecimiento por la pérdida de competitividad de sus exportaciones.Finalmente, la economía japonesa, la segunda del mundo, con unos tipos por los suelos, sólo espera el consuelo de ver como, al final y aunque por otros motivos, Estados Unidos, atiende sus ruegos, con la esperanza de que la Bolsa de Tokio mejore y como consecuencia se alivia la situación de su maltrecho sector bancario.

Japón, que desde hace un año ha visto con disgusto como EEUU y el FMI, rechazaban su propuesta de crear una especie de Fondo Monetario Asiático, ha decidido optar por la vía de los hechos y cerró ayer un acuerdo con los países de la Asean (Asociación de Países del Sureste Asiático). El acuerdo, además de buscar el fomento de la actividad económica, implica también un compromiso de estabilizar las tasas de cambio de sus monedas.

Rusia, que aunque no forma parte del G-7, sí suele ser invitada a sus cónclaves, es una de las economías más sacudidas por esta crisis. Una delegación del FMI irá a Moscú el próximo día 13 para analizar medidas de emergencia de ayuda a Rusia.

En ese clima, la capital de EEUU inició ayer con la reunión del G-7, del que forman parte Estados Unidos, Japón, Alemania, Francia, Reino Unido, Italia y Canadá, una semana de suma trascendencia para el sistema financiero internacional. El secretario del Tesoro de Estados Unidos, Robert Rubin, calificó las discusiones que se desarrollaron anoche entre los siete ministros de finanzas de "muy interesantes". Aseguró que se estaba concentrando en la situación económica mundial, las reformas del sistema financiero internacional y los problemas económicos de Japón.

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