Cartas al director

Derechos humanos y desarrollo

Con motivo del último informe de la ONU sobre desarrollo humano, en el que se confirma que aumentan las diferencias sociales (como muestra, señalar que las 225 personas más ricas acumulan un patrimonio equivalente al que tienen los 2.500 millones de habitantes más pobres del planeta, es decir, el 47% de la humanidad, cuando hace tan sólo dos años hacía falta sumar las fortunas de los 358 primeros acaudalados para llegar a una cifra parecida), y coincidiendo con la celebración del 50º aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, viene bien recordar que la misma proclama, ent...

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Con motivo del último informe de la ONU sobre desarrollo humano, en el que se confirma que aumentan las diferencias sociales (como muestra, señalar que las 225 personas más ricas acumulan un patrimonio equivalente al que tienen los 2.500 millones de habitantes más pobres del planeta, es decir, el 47% de la humanidad, cuando hace tan sólo dos años hacía falta sumar las fortunas de los 358 primeros acaudalados para llegar a una cifra parecida), y coincidiendo con la celebración del 50º aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, viene bien recordar que la misma proclama, entre otros derechos fundamentales, el derecho a un nivel de vida adecuado para la salud y el bienestar de todos. Asimismo, y con el fin de que el hombre no se crea merecedor del derecho utópico de poder disfrutar ilimitadamente de estos privilegios, establece que éstos se verán limitados por el reconocimiento de los derechos y libertades de los demás, así como por los requisitos de moralidad, orden público y bienestar general.A raíz de ello, me pregunto cómo, si 800 millones de seres humanos sufren desnutrición crónica y 35.000 niños mueren cada día de hambre y otras enfermedades fácilmente evitables (uno cada dos segundos y medio), se está vulnerando este derecho fundamental y, sin embargo, no se limita, tal y como recoge la citada declaración y como debiera ser obligación de la ONU, el derecho a la riqueza infinita mientras no exista salud plena y bienestar en el mundo, riqueza desmedida cuyas raíces se encuentran en el neoliberalismo económico, que, por otro lado, es generador, si no de la pobreza endémica, sí de la injusticia social para muchos. Por tanto, resulta una práctica hipócrita el que, existiendo esta resolución de la ONU aprobada por unanimidad hace medio siglo, 225 personas acumulen los bienes de una población equivalente a la actual de 63 Españas.

Una súplica: no aprueben más resoluciones o leyes para luego no cumplirlas o terminaremos pensando que se trata de un mero asunto de maquillaje político de cara a la opinión pública de cada país para la búsqueda de votos.- . .

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