El códice del Beato de Liébana

Además de la obligada visita a Andorra y de las excursiones a pie, en bicicleta o a caballo por los frondosos valles pirenaicos, el Consejo Comarcal del Alt Urgell ha diseñado dos rutas con el fin de divulgar el rico patrimonio cultural y etnográfico de la zona. La de los oficios de ayer está formada por diversos espacios temáticos que acercan al visitante a formas de vida de tiempos no tan lejanos prácticamente extinguidas: el Museu dels Raiers (Coll de Nargó), Fàbrica tradicional de Llanes y el Museu de l"Acordió (Arsèguel), Museu de la Vinya i el Vi de muntanya (Pont de Bar), Museu de la Ll...

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Además de la obligada visita a Andorra y de las excursiones a pie, en bicicleta o a caballo por los frondosos valles pirenaicos, el Consejo Comarcal del Alt Urgell ha diseñado dos rutas con el fin de divulgar el rico patrimonio cultural y etnográfico de la zona. La de los oficios de ayer está formada por diversos espacios temáticos que acercan al visitante a formas de vida de tiempos no tan lejanos prácticamente extinguidas: el Museu dels Raiers (Coll de Nargó), Fàbrica tradicional de Llanes y el Museu de l"Acordió (Arsèguel), Museu de la Vinya i el Vi de muntanya (Pont de Bar), Museu de la Llet (La Seu), La Farinera (Montferrer), Pou de Gel (Oliana) y Museu de les Trementinaires (Tuixén). La Vía Románica permite a los turistas descubrir un centenar de iglesias con elementos románicos, con ejemplos tan representativos como la catedral de Santa Maria (La Seu), Sant Serni de Tavèrnoles (Anserall) y Sant Climent (Coll de Nargó), todos ellos declarados monumentos de interés histórico y artístico. Mención especial merece el Museo Diocesano de Urgell, que alberga una valiosa colección de objetos de arte religioso de diferentes épocas procedentes de las parroquias de la diócesis y del tesoro de la catedral. El museo es uno de los ejes culturales importantes de la ciudad, con elementos muy valiosos que son testimonios de la historia tanto religiosa como profana de la comarca y de todo el Pirineo. De todas las piezas destacan el Beato de Liébana, un códice manuscrito del siglo X, de valor incalculable, que saltó tristemente a la fama a raíz del robo que sufrió el 29 de septiembre de 1996. El libro, recuperado cinco meses más tarde por la Guardia Civil en Valencia, nunca había recibido tantas visitas como ahora.

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