ANDALUCÍA ASTRONÓMICA

La luna de Granada en directo El Parque de las Ciencias ofrece veladas para contemplar el Universo

,La luna en cuarto creciente dejó anoche de verse en el cielo como una tajada de melón para aparecer de pronto en los monitores de televisión del Parque de las Ciencias de Granada con toda su furiosa orografía, los gigantescos cráteres, las llanuras inmensas, los mares. Era la luna en directo. Un espectáculo que durante dos noches han podido contemplar varias decenas de granadinos que, previa cita, fueron invitados al observatorio del Parque de las Ciencias para contemplar el cielo a través de potentes telescopios y reflectores. "Al principio los visitantes están un poco cortados", confesaba ...

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,La luna en cuarto creciente dejó anoche de verse en el cielo como una tajada de melón para aparecer de pronto en los monitores de televisión del Parque de las Ciencias de Granada con toda su furiosa orografía, los gigantescos cráteres, las llanuras inmensas, los mares. Era la luna en directo. Un espectáculo que durante dos noches han podido contemplar varias decenas de granadinos que, previa cita, fueron invitados al observatorio del Parque de las Ciencias para contemplar el cielo a través de potentes telescopios y reflectores. "Al principio los visitantes están un poco cortados", confesaba Manuel Roca, físico y uno de los monitores, junto a Roberto Sánchez y Juanjo Robles, encargados de atender al grupo. "No se atreven a preguntar o curiosear. Pero luego se lo pasan en grande, queriendo saber muchas cosas". La velada de observación lunar que mensualmente organiza el Parque de las Ciencias comienza con una emocionante sesión en el Planetario del centro. La pequeña sala de realidad virtual se transforma de pronto en un inmenso cielo en el que, con todo lujo de detalles, los monitores explican qué estrellas van a poder verse diez minutos más tarde. Luego enseñan como ajustar longitudes y latitudes y cuáles deben ser las estrellas de referencia en las que todo buen aficionado a la astronomía debe fijarse. La sesión de Planetario obliga a una parada para que los ojos de los visitantes, abiertos de par en par ante las constelaciones, vuelvan a habituarse a la luz. Luego comienza la visita al observatorio. Un potente telescopio Steavenson de 75 centímetros de diámetro y cuatro toneladas de peso es manipulado por los propios visitantes hasta que se obtienen las coordenadas necesarias para apuntar a la luna. Lo que hasta hace poco era el viejo satélite de todos los románticos emerge en una gran pantalla de monitor con todo lujo de detalles. "Ahí está el Mar de la Crisis", dice orgulloso Juanjo Robles señalando una sombra en la superficie lunar. Aparecen los cráteres en todo su esplendor. La luminosidad de Granada hace que las imágenes reverberen como en los días de mucho calor. Poco a poco, los visitantes pierden la timidez y se lanzan a preguntar como locos. Descubren así qué son las fases de la luna, por qué jamás se puede ver su cara oculta, aprenden a manejar planisferios para encontrar estrellas en el cielo. Luego, por turnos, van asomándose a los diferentes telescopios. "Vamos a terminar sabiendo de telescopios lo que no hay escrito", le dice un hombre a otro mientras manejan los mandos para ajustar la visión a la luna. Unos minutos más tarde, son ellos mismos los encargados de explicarle a una mujer que, si el telescopio no tiene motor incorporado, hay que estar ajustándolo continuamente para tener enfocada a la luna. "Es porque la Tierra se mueve muy deprisa, y la visión del cielo va cambiando continuamente", sentencian. "En mi vida había visto yo la luna tan grande", confiesa por su lado una mujer de mediana edad. "Hay noches que son verdaderamente espléndidas", afirma Roberto Sánchez. "Es un verdadero placer cuando aparece Saturno y uno puede verlo con los anillos, y tal y como es, con un brillo plateado igual que de la Luna, no en colores, como aparece en los libros".

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