Uno de cada diez toxicómanos toma otras drogas junto a la metadona

Uno de cada 10 toxicómanos madrileños inscritos en programas de metadona sigue consumiendo otras drogas además de este sustitutivo opiáceo, según afirmó ayer el gerente de la Agencia Antidroga, José Cabrera, en la Comisión de Sanidad y Servicios Sociales de la Asamblea.

La diputada socialista Elena Vázquez tachó las explicaciones de Cabrera de "tomadura de pelo". "No sé de dónde saca esos datos, cuando en centros de atención a drogodependientes como el de San Blas desconocen cuántos usuarios consumen otras sustancias. En el centro Norte sólo la mitad de los pacientes tiene controles...

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Uno de cada 10 toxicómanos madrileños inscritos en programas de metadona sigue consumiendo otras drogas además de este sustitutivo opiáceo, según afirmó ayer el gerente de la Agencia Antidroga, José Cabrera, en la Comisión de Sanidad y Servicios Sociales de la Asamblea.

La diputada socialista Elena Vázquez tachó las explicaciones de Cabrera de "tomadura de pelo". "No sé de dónde saca esos datos, cuando en centros de atención a drogodependientes como el de San Blas desconocen cuántos usuarios consumen otras sustancias. En el centro Norte sólo la mitad de los pacientes tiene controles médicos semanales, y de ellos, el 30% dan positivo, y en el de Usera, únicamente un 42% toma sólo metadona", asegura. "Además, en otros países, un 50% de los inscritos en programas de metadona dan positivo a otras drogas en los análisis", añade.

Cabrera replica que sus datos proceden de 42 centros de la región, "no de cuatro, como los de la diputada". "Si algunos informes indican que hay restos de otras drogas en la orina de un 50% de los usuarios de metadona es porque éstos suelen tomar fármacos contra la ansiedad por prescripción médica", apostilla.

Vázquez asegura que en los centros de Usera y Norte "sólo la mitad de los toxicómanos reciben atención psicológica". Cabrera lo niega, aunque admite que quizá el empeño por aumentar las plazas de metadona haya podido mermar la calidad del servicio. "Pero es que en 1995 había sólo 1.000 plazas, y en dos años hemos llegado a 3.948. Ampliar las plazas era básico, porque nos encontramos niveles africanos de VIH e índices de tuberculosis superiores a los de la ex Yugoslavia de posguerra", concluye.

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