Católicos, mujeres y mayores de 45 años, entre los más favorables al pacto
Un análisis más minucioso de los resultados del referéndum del pasado viernes demuestra que los unionistas dieron su voto mayoritario al histórico Acuerdo de Stormont suscrito el pasado 10 de abril. El 55% votó a favor, frente a un 45% de noes . Dentro del campo católico, el 96% apoyó el acuerdo, frente a un 4% de votos contrarios.Éste es el resultado de los cálculos matemáticos hechos por distintos líderes políticos y de la encuesta exhaustiva que llevó a cabo Copper & Lybrand en las urnas de Irlanda del Norte y que fue publicada ayer por el dominical londinense The Sunday Times.
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Un análisis más minucioso de los resultados del referéndum del pasado viernes demuestra que los unionistas dieron su voto mayoritario al histórico Acuerdo de Stormont suscrito el pasado 10 de abril. El 55% votó a favor, frente a un 45% de noes . Dentro del campo católico, el 96% apoyó el acuerdo, frente a un 4% de votos contrarios.Éste es el resultado de los cálculos matemáticos hechos por distintos líderes políticos y de la encuesta exhaustiva que llevó a cabo Copper & Lybrand en las urnas de Irlanda del Norte y que fue publicada ayer por el dominical londinense The Sunday Times.
El sí se impuso en 17 de los 18 distritos electorales de Irlanda del Norte, y sólo Antrim Norte, el distrito del unionista radical Ian Paisley, votó mayoritariamente en contra.
La encuesta de The Sunday Times reveló un dato sorprendente en el referéndum del pasado viernes: no fueron los jóvenes quienes más votaron a favor del acuerdo, como se esperaba, sino la población situada entre los 45 y 59 años. Es decir, los que eran jóvenes cuando empezó el conflicto armado.
Entre ellos el sí ascendió al 76% de votos, frente a un 70% en la franja de los 18 a los 24 años. En cuanto a sexos, las mujeres apoyaron el acuerdo en un 75%, frente al 68% de los hombres.
Los analistas apuntaban ayer a la importancia del factor demográfico para que los unionistas hayan dado su voto mayoritario hacia el sí. Y es que el mayor crecimiento de la población católica, que ha pasado de un tercio a casi la mitad del total en los últimos 80 años, les dejará en pocos años en una posible minoría, o al menos en tablas.
De ahí que, antes de que eso ocurra, quieran sentar las bases de una convivencia institucional.