Kohl y Chirac prometen a YeItsin que la ampliacion europea no aislará a Rusia

El líder del Kremlin, Borís Yeltsin, en medio del huracán provocado por la destitución de todo su Gobierno, se reunió ayer en Bor, un complejo residencial a 50 kilómetros al sur de Moscú, con su homólogo francés, Jacques Chirac, y el canciller alemán, Helmut Kohl. La cumbre selló la fundación de una troika destinada a demostrar que ni la ampliación de la OTAN ni la de la UE aislarán a Rusia. Para Yeltsin, la cita demuestra que la hegemonía de EE UU no es inevitable y que es posible un mundo multipolar con una "gran Europa" convertida en superpotencia y de la que Rusia formará parte.

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El líder del Kremlin, Borís Yeltsin, en medio del huracán provocado por la destitución de todo su Gobierno, se reunió ayer en Bor, un complejo residencial a 50 kilómetros al sur de Moscú, con su homólogo francés, Jacques Chirac, y el canciller alemán, Helmut Kohl. La cumbre selló la fundación de una troika destinada a demostrar que ni la ampliación de la OTAN ni la de la UE aislarán a Rusia. Para Yeltsin, la cita demuestra que la hegemonía de EE UU no es inevitable y que es posible un mundo multipolar con una "gran Europa" convertida en superpotencia y de la que Rusia formará parte.

Al lado de dos monstruos políticos como Chirac y Kohl, el accionar lento y pesado de Yeltsin, su hablar monocorde y sus miradas perdidas hacia el techo eran la mejor prueba de que está muy lejos de ser el líder enérgico y carismático que en agosto de 1991 plantó cara a los golpistas. El presidente ruso es una sombra del que fue, y la huella de la enfermedad no le abandona jamás.Ayer mismo cayó en otro de sus despistes, aunque fue insignificante, al confundir una sesión para fotos previa a la cumbre con la conferencia de prensa posterior. Como otras veces, su fiel secretario de prensa, Serguéi Yastrzhembski, acudió al quite. Pudo ser peor. Yeltsin mantuvo el tipo, lo que no es poco si se tiene en cuenta que acaba de salir de uno de los episodios gripales con los que de cuando en cuando mantiene al país en vilo.

Con toda seguridad, Kohl y Chirac pidieron a su amigo Borís NikoIalévich que les explicase las claves de la crisis que ha supuesto la defenestración de Víktor Chernomirdin, primer ministro durante más de cinco años, y del vicejefe de Gobierno Anatoli Chubáis, considerado en Occidente como la mejor garantía de que no habrá marcha atrás en el proceso de reformas.

Las declaraciones de los tres líderes se centraron en cuestiones internacionales y en resaltar la amistad entre los miembros de la troika y las buenas perspectivas de que Rusia encuentre el papel que le corresponde en Europa y en el mundo. Según Yeltsin, que insistió en la necesidad de un mundo multipolar, "no existe un organismo más poderoso" que la "gran Europa", y ésta "asumirá la hegemonía porque Rusia se ha unido a ella".

Kohl y Chirac evitaron caer en ese triunfalismo. El canciller alemán aclaró, refiriéndose implícitamente a Estados Unidos, que la troika "no está dirigida contra nadie". A renglón seguido, intentó tranquilizar a su anfitrión: "Haremos todo lo posible para evitar la impresión de que alguien quiere aislar a Rusia después de la guerra fría". En esa misma línea, el presidente francés prometió que Rusia jugará un mayor papel en Europa. Yeltsin, apoyado en este caso por la oposición comunista y nacionalista, considera que la ampliación de la OTAN amenaza a la seguridad de Rusia. Es duro ver cómo las fronteras de la Alianza se van a extender a países satélites de la antigua URSS, pero lo que rozaría lo inadmisible es que llegasen más cerca aún, hasta repúblicas ex soviéticas como Ucrania.

En este movedizo terreno, el líder del Kremlin logró al menos, según Yastrzhembski, que Chirac le garantizase que se opondrá al ingreso en la OTAN de Lituania, Estonia y Letonia. Por su parte, Kohl, dirigiéndose aparentemente a las autoridades de estos dos últimos países, donde la población rusa está discriminada, advirtió que ningún país podrá entrar en la UE si viola los derechos de sus minorías. Por lo demás, la troika discutió sobre la situación en Irán e Irak y la crisis de Kosovo, en la que Rusia se presenta como el único opuesto a las sanciones.

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Yeltsin presentó a sus invitados un juego de oro, plata y piedras preciosas con tres copas de diseño tradicional ruso colocadas en una bandeja. Entregó una a Chirac y otra a Kohl y se quedó con la tercera y con la llave que las une. "!Oh!, mira, se queda con la llave", dijo el presidente francés. "No caigas en el viejo imperialismo ruso", espetó Kohl a su anfitrión. "Tu eres un reformista, Borís. La llave nos pertenece a todos". Yeltsin sonrió, pero no soltó la llave. Durante la próxima cumbre, en París dentro de un año, la utilizará para volver a unir las tres copas. Bromas de amigos.

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