Editorial:

Sobre ruedas

LOS GRANDES fabricantes mundiales de automóviles parecen dispuestos a aprovechar al máximo la recuperación evidente y más que notable de las economías europeas. La cadena de decisiones de inversión es casi unánime y abrumadora: General Motors está dispuesta invertir 1,3 billones de pesetas en sus plantas europeas -entre las que se encuentra la fábrica aragonesa de Figueruelas- en los próximos cinco años; Ford va a invertir 42.000 millones para fabricar su nuevo modelo Focus en Almussafes (Valencia), y Volkswagen, la multinacional alemana, aumentará el empleo de Seat en 500 trabajadores y conve...

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LOS GRANDES fabricantes mundiales de automóviles parecen dispuestos a aprovechar al máximo la recuperación evidente y más que notable de las economías europeas. La cadena de decisiones de inversión es casi unánime y abrumadora: General Motors está dispuesta invertir 1,3 billones de pesetas en sus plantas europeas -entre las que se encuentra la fábrica aragonesa de Figueruelas- en los próximos cinco años; Ford va a invertir 42.000 millones para fabricar su nuevo modelo Focus en Almussafes (Valencia), y Volkswagen, la multinacional alemana, aumentará el empleo de Seat en 500 trabajadores y convertirá en fijos a otros 600 con contratos temporales. Los fabricantes emblemáticos apuestan, pues, por un reverdecimiento de las ventas de automóviles al calor de la reactivación económica.Es importante, por supuesto, que parte de esas inversiones lleguen a la economía española. Algo tendrán que ver en ello las condiciones laborales y fiscales que en su día impulsaron a General Motors, Ford o Volkswagen a instalarse aquí. Los procesos de deslocalización o la búsqueda de beneficios fiscales están en la raíz de las decisiones de inversión de las multinacionales. No es nada nuevo; por eso, aunque las inversiones en el sector del automóvil son muy importantes, porque aportan puestos de trabajo a la economía española, debe tenerse en cuenta que un cambio en las políticas de sustitución de la producción de una o varias multinacionales puede modificar el flujo de inversiones y orientar los capitales hacia otros mercados.

La economía española ya no está en situación de dependencia de las inversiones directas extranjeras, que tan importantes fueron en la consolidación de anteriores crecimientos. La característica más llamativa de la recuperación actual es que las empresas españolas están actuando de forma muy dinámica como inversoras en el exterior y como captadoras de nuevas cuotas de mercado. La diversificación y el dinamismo de las inversiones españolas en el exterior son apuestas más seguras que la mera confianza en que las condiciones laborales o fiscales acabarán atrayendo inversiones foráneas.

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